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Imagen lateral del cerebroCEA

Descubren cómo las redes cerebrales y la neuroanatomía predicen el consumo de alcohol en adolescentes

Los resultados ponen de manifiesto la presencia de alteraciones previas al consumo, posiblemente relacionadas con diferentes trayectorias neuromadurativas

El consumo de alcohol como forma de entretenimiento se encuentra cada vez más normalizado entre la población adolescente. Cada vez más jóvenes menores de edad beben esta sustancia en edades más tempranas. Habitualmente su consumo se inicia a los 14 años y se intensifica hasta llegar a alcanzar episodios de consumo intensivo alrededor de los 16.

Un trabajo, que se ha llevado a cabo en el C3N en colaboración con los departamentos de Psicología Experimental de la Facultad de Psicología y de Psicobiología de la Facultad de Educación de la Complutense y se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), ha descubierto que existen diferentes trayectorias en el neurodesarrollo que tienen el potencial de influir en la relación de los adolescentes con el consumo de alcohol.

Este patrón de consumo está asociado a la aparición de alteraciones en la estructura y función del cerebro. Sin embargo, numerosas investigaciones señalan que algunas de estas diferencias pueden encontrarse en etapas previas al consumo. Por este motivo, los investigadores de la Complutense se preguntaron: «¿Podemos predecir el consumo de alcohol en etapas previas a partir de los datos de neuroimagen?».

Para ello se realizaron dos estudios longitudinales financiados por el Plan Nacional de Drogas y con la colaboración de 83 adolescentes de 14 años que aún no habían desarrollado conductas de consumo de alcohol. Posteriormente, se les invitó a participar en un estudio de neuroimagen funcional mediante magnetoencefalografía y estructural a través de una resonancia magnética. Dos años después, se volvió a contactar con ellos y se analizaron los patrones de consumo desarrollados por cada uno de los adolescentes.

Para el análisis de comportamientos complejos como el consumo de alcohol es crucial estudiar la actividad cerebral como una red funcional interconectada. De este modo, se exploraron qué rasgos en la conectividad funcional y la estructura del cerebro predecían con mayor precisión el consumo de alcohol dos años después.

Los principales hallazgos de este estudio fueron que la conectividad funcional y el grosor cortical de regiones claves durante el neurodesarrollo fueron capaces de predecir el consumo de alcohol con un error de 2.6 Unidades de Bebida Estándar.

Estos resultados ponen de manifiesto la presencia de alteraciones previas al consumo, posiblemente relacionadas con diferentes trayectorias neuromadurativas. Por otro lado, la identificación de perfiles de riesgo supone un avance en el conocimiento de las causas detrás de estas conductas y el primer paso en el desarrollo de posibles estrategias de prevención.