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Una persona envuelta en la bandera que reivindica las libertades de las personas transgéneroEFE

Casi el 47 % de los trans se ha sometido a un tratamiento transgénero por presiones externas

La falta de apoyo psicológico al diagnosticar disforia de género es una de las principales ‘culpables’ de esta situación

La ley trans, una de las normas cuya elaboración y posterior aprobación ha dividido a la sociedad española, está causando un daño «irreparable» a las personas más vulnerables con disforia de género. No solo afecta a los más mayores, cada vez más adolescentes y niños buscan ser algo que biológicamente no son. Tanto, que a edades muy tempranas buscan cambiar su sexo mediante hormonas o cirugías. Acto del cual se arrepienten un año después.

Según el estudio del Instituto de Antropología Médica y Bioética (Imabe), realizado por psicólogos clínicos de la salud, un número creciente jóvenes considera que la transición no es el mejor medio y afirman que habrían preferido «otras alternativas». Esta actual teoría de género, la cual impuso Irene Montero en nuestro país, es una hipótesis según la cual la identidad sexual del ser humano «depende de su entorno sociocultural y no de su sexo», que caracteriza a cada persona desde el momento de su concepción.

Pablo Expósito-Campos, psicólogo clínico y autor de la investigación, sondeó a 2.689 personas. Tras analizar los casos, los cuales ha recogido el medio alemán católico Die Tagespost, vio que los pacientes que buscaban destransicionar lo hacían porque habían experimentado una falta «de integración social y apoyo profesional», carencia de información y recursos y diversas «dificultades interpersonales, problemas de identidad y estigmatización provocados por la transfobia».

Asimismo, el experto, que trabaja en la Universidad del País Vasco, afirmó que estas niñas –género mayoritario entre los que transicionan–, tienen que luchar la mayor parte de su tiempo con «sentimientos complejos» como la tristeza o la culpa. La falta de apoyo psicológico al diagnosticar disforia de género es una de las principales ‘culpables’.

Luisa González, vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid, denunció en una entrevista a este medio que existe una «falta de ciencia y una objeción de ciencia», porque no hay suficiente evidencia científica, ya que estos tratamientos de hormonación cruzada «a bote de deseo» no han tenido antes un «diagnóstico etiológico» llevado a cabo por profesionales capacitados para ello.

Lo mismo opina Expósito-Campos, quien consideró que hay que ayudar a los jóvenes en busca de su sentido e identidad. Para ello, están los psicoterapeutas, quienes ayudan al afectado a reconocer sus experiencias y emociones complejas. Además, apuntó al medio católico que en lugar de «una liberación apresurada de hormonas potencialmente dañinas», que normalmente resulta en intervenciones quirúrgicas irreversibles, sería necesario un enfoque holístico «para hacer justicia a los afectados».

El estudio también muestra que 26,7 % de los afectados habría preferido un apoyo alternativo. Además, el 33,3 % de los afectados afirmaron haber sido mal entendidos por los médicos, y el 46,7 % se había sometido a un tratamiento transgénero debido a presiones externas. Del total, solo el 20 % se mostró satisfecho con el cambio físico.