Fundado en 1910

El uso masivo de las redes sociales ha afectadoGTRES

Lucha contra los TCA

Cómo aparecen los trastornos de la conducta alimentaria, una enfermedad que mata a 1 de cada 10 pacientes

El 85-90 % de los casos se da en mujeres y cada vez aparecen a edades más tempranas

La pandemia del coronavirus, además de dejar miles de muertos, dos estados de alarma inconstitucionales y cientos de preguntas sin resolver, agravó la salud mental de los españoles. Muchas enfermedades comenzaron a aumentar hasta el día de hoy. Un ejemplo de ello son los trastornos de conducta alimentaria (TCA), una afección que afecta en nuestro país a más de 400.000 personas. Una cifra que aumentará un 12 % en los próximos 12 años, según FITA Fundation.

Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria que se celebra este sábado, la profesora Mónica Marazuela, académica de número de Endocrinología, Metabolismo y Nutrición de la Real Academia Nacional de Medicina de España (Ranme), explica que los trastornos de la conducta alimentaria «no se limitan a la anorexia y la bulimia», sino que incluyen muchas condiciones. Además, asegura, cada uno tiene «unas características distintas».

Aunque se ha observado un aumento significativo de la prevalencia entre hombres, la mayoría de los casos de TCA se diagnostican en mujeres. Estas representan aproximadamente el 85-90 % de los casos de trastorno por atracón, anorexia y bulimia.

Cuáles son los más habituales

El trastorno por atracón es el más frecuente. A día de hoy afecta hasta un 3 % de la población. Puede contribuir al desarrollo de la obesidad; sin embargo, la que conlleva un mayor riesgo de mortalidad es «la anorexia nerviosa, seguida de la bulimia nerviosa», afirma Marazuela, que también es jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de la Princesa y catedrática de Endocrinología y Nutrición de la Universidad Autónoma de Madrid.

Se trata de un trastorno grave, ya que 1 de cada 10 personas podría peder la vida por este problema. El también profesor Celso Arango, académico de número de Psicología de la Ranme, apunta que ha visto morir a pacientes en la UCI después de «muchos años con un trastorno de conducta alimentaria de tipo restrictivo». Así, asegura que hay algunos de «22 o 23 kilos que son hueso y piel», y que siguen estando absolutamente convencidas de que les sobra peso. Estos pacientes, lamenta, además de tener «miedo patológico a la ganancia de peso», también sufren «una distorsión cognitiva de su imagen y una incapacidad para percibir su cuerpo de forma objetiva».

Otro aspecto a destacar, comenta el profesor Arango, es que cada vez hay más casos de menores entre 6 y 11 años. A pesar de ser algo grave, podría tratarse de una ventaja, anota, ya que «cuanto antes aparecen, mejor pronóstico tienen, pero si no se tratan a tiempo». Por otra parte, lo que está aumentando entre los chicos es la vigorexia. «No es un TCA per se», revela, pero sí que es una distorsión de la imagen corporal y que provoca «una obsesión por tener un cuerpo de culturista».

¿Cómo aparecen los TCA?

Los TCA no suelen diagnosticarse de un día a otro. Los doctores deben realizar una exploración física a fondo a la persona afectada y valorar, entre otras cosas, su altura, peso e índice de masa corporal.

Además de esto, es importante su conducta y personalidad. El profesor Arango afianza que suelen ser «personas perfeccionistas, meticulosas, obsesivas, autopunitivas, autoexigentes y rígidas». Aunque esto cuenta, el detonante suele ser que tengan «un poco de sobrepeso y que sufran acoso escolar». Cuando esto ocurre, se dan cuenta de que lo pueden controlar con su ingesta, van perdiendo cada vez más peso hasta que se les va de las manos y aparece el miedo patológico a ganar peso.

Aunque resulte complicado en algunas ocasiones, mantener una buena relación con la comida es esencial para prevenir y tratar los TCA. Tal y como asegura la profesora Marazuela, para lograr una relación saludable con la comida se recomienda mantener «una dieta equilibrada y variada», además de comer de forma consciente, disfrutando de lo que se come y «sin prisas ni culpas».