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AinaGripa Proelio

Ania, la niña polaca con un pronóstico fatal que desafió al aborto: «Nos insistieron en acabar con su vida»

Antes de nacer, personas de todo Polonia, consternadas por el caso de la aún no nacida, comenzaron a rezar

Polonia se ha caracterizado siempre por ser un territorio que apuesta por la vida. El país, aunque pretende avanzar en la cultura de la muerte, solo permite los abortos en caso de violación, incesto o si la salud de la madre corre grave peligro. Sin embargo, no siempre ha sido así. Ejemplo de ello es Ania, una niña que, debido a una grave enfermedad, los médicos aconsejaron que no naciera.

Una de las cosas más emocionantes del embarazo es acudir al ginecólogo, escuchar el corazón del feto y ver que todo va bien. Un día, los padres de la pequeña, que en aquel momento tenía 10 semanas, acudieron a la consulta médica, y lo que iba a ser un momento de felicidad terminó siendo una angustia. Les comentaron que tenía una malformación cardiaca, alta probabilidad de síndrome de Down y que no iba a durar mucho tiempo con vida. Por ello, les recomendaron abortar.

Tras la insistencia de la experta en acabar con la vida del nonato, Agnieszka y Andrzej Janczuro, los padres de la niña decidieron cambiar de centro hospitalario. Tras varias pruebas, el nuevo especialista les confirmó la malformación, pero decidieron seguir adelante con la vida de su pequeña.

Cuando faltaban algunos días para el nacimiento, el médico citó a la madre para realizar las últimas pruebas y analizar al feto y su malformación: «Me dijeron que no podían hacer nada», ya que tuvieron en consulta un caso similar que «nació el jueves y murió el sábado», explicó la progenitora a Grupa Proelio, una asociación que trabaja para proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Estas palabras fueron muy duras para el matrimonio, pero les sirvieron para prepararse para lo que estaba por venir. Nueve años después, la vida de Ania es muy diferente al escenario que habían planteado todos los facultativos.

Antes de nacer, personas de todo Polonia, consternadas por el caso de la aún no nacida, comenzaron a rezar. Gracias a su labor y a la de Dios, ocurrió un gran milagro. Ania nació con una fuerza impensable: su corazón estaba bien y latía como cualquier otro niño de su edad.

Tras lo ocurrido, Zbigniew Kaliszuk, vicepresidente de la fundación Grupa Proelio, afirmó que la historia de esta niña es, ante todo, «un bonito testimonio de fe y del amor de Dios». Así, apuntó que este testimonio provida debe servir a todo el mundo para entender que cada vida es asombrosa, y que no hay que dejarla ir, incluso cuando los diagnósticos no son como se espera. Este caso, concluyó, acaba bien, pero, lamentablemente, no todos los fetos tienen la misma suerte que tuvo Ania.