Mónica García y Óscar López entran en guerra a costa de Muface
Muface continúa en las conversaciones de servidores públicos y autoridades, y lo seguirá estando, al menos, hasta el próximo 27 de enero, fecha en la que finaliza el plazo para que las aseguradoras se adhieran al concierto. No obstante, ese día puede no ser el fin de este martirio que está generando inseguridad e incertidumbre entre el funcionariado.
La retirada de la carrera de Adeslas y DKV deja sola a Asisa, que probablemente no podría asumir el volumen de asegurados. Por ello, el Gobierno ha ampliado ese plazo para intentar que otras compañías se puedan sumar y se reparta el pastel con Asisa. Pero también planea la posibilidad de que la licitación vuelva a quedar desierta. Ante esta situación, podría llevarse a cabo una tercera oportunidad o, por el contrario, Función Pública podría tirar la toalla e integrar a los mutualistas en el sistema público.
Esta opción es por la que apuesta el Ministerio de Sanidad y que ha provocado el enésimo choque entre los socios de Gobierno. El sector socialista, con Óscar López a la cabeza, trata de negociar in extremis con unos y otros para mantener el modelo a flote, aunque los sindicatos y la oposición le acusan de no haber hecho nada para evitar esta dramática situación y le exigen que se tome «en serio» su trabajo.
Por otro lado, el sector Sumar, encabezado por Mónica García, se frota las manos ante la posible disolución del concierto sanitario. El partido de Yolanda Díaz llevaba ese punto en su programa electoral, pretendiendo acabar directamente no solo con Muface, sino también de sus 'hermanas' Isfas (de las Fuerzas Armadas) y Mugeju (del ámbito judicial). Ven este modelo como un «privilegio» de los funcionarios y algo «anacrónico».
García y López, discursos opuestos
El ministro de Función Pública, Óscar López, continúa pidiendo calma a los funcionarios y confía aún en un acuerdo para renovar el convenio de Muface: «Estamos hablando con las aseguradoras y espero, confío y deseo que se pueda renovar con toda normalidad el concierto como se ha hecho siempre», afirmaba a la prensa hace unos días.
Asimismo, se ha empeñado en resaltar el «esfuerzo sin precedentes» que está haciendo el Ejecutivo para mantener el concierto sanitario tras aumentar en un 33,5 % de las primas en tres años. «Reitero el mensaje de tranquilidad a todos los mutualistas, porque están cubiertos por la ley de contratos del Estado y estamos en una prueba de servicio esperando a que se resuelva el concierto», señalaba.
Un mensaje de tranquilidad y confianza en el modelo que contrasta con el de su compañera en el Consejo de Ministros, que parece querer boicotearle. La ministra de Sanidad, Mónica García, atacaba este lunes a las aseguradoras y las responsabilizaba de los problemas para llegar a un acuerdo: «Muface acabará como quieran las aseguradoras que acabe, porque son las aseguradoras las que haciendo números han decidido que las personas, los mutualistas de Muface, no les son rentables», señaló en una entrevista a RNE.
Pero ahí no acaban las desavenencias. Como viene siendo habitual, García ha descalificado a la mutualidad, tachándola de «un subsistema anacrónico dentro del sistema». Asimismo, consideró que el debate ya no debe centrarse en «Muface sí o no», sino en «cuándo se realizará la integración de los mutualistas al Sistema Nacional de Salud».
Asimismo, su ministerio publicó un informe en el que se adelantaba que el Sistema Nacional de Salud podría absorber sin problema al millón y medio de mutualistas. Sobre ese trabajo, García basa constantemente sus alusiones a Muface enviando un mensaje de «tranquilidad» a los funcionarios y dejando ver sus deseos: «Desde el Ministerio de Sanidad lo que decimos es, no se preocupen, que la sanidad pública siempre va a estar ahí, la sanidad pública», remarcaba en RNE.
Con todo esto, el clima dentro del Ejecutivo se vuelve a enturbiar. Si bien es cierto que Sanidad no tiene capacidad de acción en esta negociación, que depende de Función Pública, el constante torpedeo mediante informes y declaraciones no debe caer muy bien en el equipo de Óscar López, que se juega no solo el servicio sanitario de los funcionarios, sino también mantener contento a un colectivo entero que incluye profesores, maestros, periodistas y el resto de servidores públicos de la Administración central.