
Fernando Elosúa, enfermo de covid persistente
Día Mundial del Covid Persistente
La dura realidad de Fernando, enfermo de covid persistente: «Un médico me dijo que podría ser psicológico»
Su aparición no está asociada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a graves hospitalizados
Hace cinco años que la palabra coronavirus resonaba en cada rincón del mundo. Este extraño patógeno, cuyo origen es aún una incógnita, no solo provocó la primera pandemia del siglo XXI, sino que, sin saber muy bien el motivo, causó en un grupo muy notable de la población —2,4 millones en España, 36 millones en Europa y 400 millones a nivel mundial— una enfermedad que ha cambiado drásticamente su vida.
Se trata de la covid persistente, una afección que este sábado celebra su día mundial y que se caracteriza por la persistencia de síntomas de la covid semanas o meses después de la infección inicial. Su aparición no está asociada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a graves hospitalizados.
Fernando Elosúa, un hombre aragonés de 52 años, es uno de los afectados. Se contagió en octubre de 2020. Como la mayor parte de los ciudadanos, pasó por una fase leve, con fiebre y dolores durante un par de días, pero después de 10 días se recuperó y volvió al trabajo. Todo parecía normal, su vida no había cambiado nada. En esa época era un contagio más. Sin embargo, su situación cambio el 1 de diciembre de 2020, cuando le dieron la baja por astenia. «No podía aguantarme en pie, me agotaba rápidamente, no respiraba bien, y tenía muchos dolores», explica a este medio.
En ese momento no sabía que tenía covid persistente, ya que no existía un nombre para esos síntomas, pero los médicos sospechaban que podía estar relacionado con la infección. Fernando estuvo de baja todo un año con una enfermedad desconocida y casi invisible para los ojos de la sociedad. En octubre de 2021 esto cambió y la OMS reconoció el covid persistente como una dolencia. Después del comunicado por parte de la entidad, se la diagnosticaron oficialmente. Afortunadamente, relata, su médico de cabecera fue «muy atento» y estuvo «muy al tanto» de los posibles síntomas del covid persistente.
Los signos que padecía el aragonés eran el cansancio extremo, dolores musculares, problemas de concentración, memoria, la famosa niebla mental, problemas respiratorios, circulatorios, de piel, estomacales… Sabían que algo estaba pasando. Su médico le envió a realizar pruebas en la sanidad privada, ya que la pública estaba completamente colapsada. «Me hicieron varias pruebas, como espirometrías, escáneres, electrocardiogramas, pero no salió nada anormal», afirma. No había ningún marcador que pudiera demostrar lo que estaba pasando. Al final, como los síntomas no podían explicarse por ninguna otra patología, llegaron a una simple conclusión: covid persistente.
Cuando su enfermedad tuvo nombre y apellido, muchos pacientes comenzaron a reunirse en colectivos y asociaciones. Allí conoció a Delphine Crespo, presidenta de la Asociación Long Covid Aragón, una afectada que decidió armarse de valor, ayudar a todos los que lo necesitaban y concienciar a la población y políticos de su existencia y reclamar investigación porque, a pesar de haber pasado cinco años, siguen sin tener «una cura» y los pacientes de la primera ola están «empeorando».
El camino de Fernando hasta dar con Delphine fue largo. Aunque tuvo suerte con su doctor, el cual le ayudó a identificar su afección, «desafortunadamente», se cruzó con algunos que le dijeron que lo que le pasaba podría ser «psicológico, que la covid me había afectado mentalmente». A esto se le sumaron los médicos negacionistas que les dijeron que era «todo mental» y nos mandaban al psiquiatra. Algunas mujeres de su grupo de pacientes tuvieron que escuchar que era «por la menopausia precoz», asevera.
Cinco años sin poder trabajar
Después de la primera baja, Fernando ha intentado todo para volver al mundo laboral. Sin embargo, no ha sido posible. Cuando terminó la baja, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) le dio el alta, pero el paciente no estaba en condiciones de volver a su puesto: «Estaba tan mal que ni siquiera podía coger el coche» recuerda.
Llegaron a un acuerdo y su empresa le despidió. Tras este suceso, el afectado de covid persistente se dio de alta como autónomo, pensando que podría trabajar, pero no ha sido capaz. Ahora está de nuevo de baja, esperando a ver qué pasa con el INSS: «Estoy luchando junto con otros enfermos y asociaciones, buscando que se reconozcan nuestras necesidades y que nos ayuden a volver al trabajo y recuperar nuestra vida», confiesa a este medio.
Aunque están haciendo todo lo que está en su mano, no está siendo fácil. Por ello, y para ganar en calidad de vida, piden que se reconozca la enfermedad. Para que esto sea posible, necesitan un registro nacional de los casos, porque no hay estadísticas fiables, además de más investigación, más formación para los médicos, porque muchos todavía no saben «cómo tratar el covid persistente». En Aragón poseen una consulta especializada, pero en otras regiones, comenta Fernando, los enfermos tienen que ir a varios médicos sin obtener respuestas claras.
Por otro lado, piden que el INSS reconozca la incapacidad laboral parcial para aquellos que no pueden trabajar a tiempo completo. «Queremos recuperar nuestras vidas laborales, sociales y que la sociedad deje de estigmatizarnos, porque es una enfermedad real, aunque no todos lo entiendan. Queremos ser reconocidos por los políticos, los médicos y la sociedad», sostiene.
Se aprobó una proposición no de ley
A pesar de todo lo que se ha avanzado en estos cinco años, aún hace falta más. En este sentido, y según Delphine, el problema es la «falta de formación y conexión». A día de hoy, todavía hay personas a las que les cuesta creerse que «esto es real». «Veníamos de un lugar donde no se creía nada, pero hemos avanzado», reza.
De hecho, gracias a la concienciación, consiguieron que en noviembre de 2024 se aprobara una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados con una serie de reivindicaciones entre las que están: una guía clínica para todas las comunidades autónomas —para que no haya inequidades en el trato—, la asistencia según donde vivas y la creación de unidades de atención multidisciplinarias.
También piden más dotación financiera para la investigación, porque siguen sin tener una cura, y los pacientes de las primeras olas y las siguientes «están empeorando», explica Delphine. Además, están luchando por el reconocimiento de la enfermedad como enfermedad profesional, porque actualmente estamos «en juicio para que se reconozca», concluye.