Cañones sónicos antigranizo: ¿Qué son y cuál es su función?

Los cañones sónicos o antigranizo se utilizan para incidir en las tormentas, son dispositivos usados en la agricultura con objeto de prevenir la formación de tormentas de granizo que acaben dañando las cosechas y haga que las pérdidas sean muy altas. Los cañones granífugos primigenios fueron inventados a finales del siglo XIX, por un vinicultor austriaco llamado Albert Singer, tras haber sufrido varias tormentas con granizo que le dejaron sin la cosecha esperada.

Se ha puesto de moda porque Compromís denunció en el Senado a finales de octubre, la «proliferación incontrolada de cañones sónicos para deshacer tormentas». El senador, Carles Mulet, solicitó la comparecencia en la asamblea a los miembros gubernamentales, ya que el Gobierno central admitió la semana pasada que estos artefactos no cuentan con las oportunas autorizaciones del ministerio de Transición Ecológica.

En 2016, tres sociedades agrícolas murcianas instalaron el primer sistema de propagación de ondas de choque, equipado con un radar valorado en 60.000 euros, para combatir el pedrisco o granizo, que podría destruir sus cosechas de los parajes de la Traviesa y la Solana del Picacho de Jumilla.

¿Cuáles son sus características?

Los cañones granífugos son instrumentos considerables, que constan de dos partes, una cámara de combustión y otra con una salida cónica alargada que mide 6 metros de altura, y que termina en una apertura de 60 centímetros.

Realiza disparos cada 5 o 6 segundos, las ondas generadas pueden llegar a cubrir hasta un kilómetro de diámetro alrededor del cañón. Se puede manejar de manera manual o remota, a través de radiocomunicación.

Su uso práctico tiene que ser desde cuarto de hora hasta media hora antes de que se inicie una tormenta, para evitar el granizo de grandes dimensiones y por ello la máquina lanzará ondas sonoras hacia las nubes. No es eficaz sobre el granizo ya formado, por eso su uso es previo y es necesario combinarlo con un radar.

¿Cómo funcionan?

Funcionan a través de explosiones de gas acetileno y aire, provocando unas ondas de choque que se desplazan a la velocidad del sonido, chocando con las nubes y de esta manera 'intervienen' en la cristalización del granizo, dando como resultado final un granizo de menor tamaño y más lluvia, evitando que se destruyan las cosechas. De momento no hay estudios científicos que puedan contrastar este método usado por los agricultores del Levante español.