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El agricultor Cristóbal Cano observa su olivar, en Alcalá la Real, cerca de JaénAFP

La sequía amenaza al olivo español con un nuevo «año negro»

Debido a la falta de agua y las temperaturas extremas, la producción de aceite de oliva se ha estancado en 660.000 toneladas, frente a los 1,48 millones de toneladas de 2021-2022

La sequía y las temperaturas anormalmente altas hacen temer una «catástrofe» para el aceite de oliva en España, primer productor a nivel mundial, después de un duro 2022 para el sector.

«Casi no ha llovido desde enero. Los suelos están muy secos», se lamenta Cristóbal Cano, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores de Andalucía, centro neurálgico de la aceituna española.

Propietario de 10 hectáreas de olivos en Alcalá la Real, Cano no había sido testigo de una situación tan desesperada en sus dos décadas de experiencia. «Si esto no cambia de manera radical en las próximas semanas, va a ser una catástrofe».

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), las precipitaciones acumuladas desde el 1 de octubre han sido un 25 % inferiores a lo normal en el país, pero 50 % inferiores en gran parte de Andalucía, donde los embalses de agua están a 25 % de su capacidad.

A la pronunciada falta de precipitaciones se añadió a finales de abril una muy temprana ola de temperaturas extremas, que dejó el récord absoluto para un mes de abril en España peninsular de 38,8 ºC, en Córdoba, Andalucía. Una temperatura digna de un mes estival como agosto.

Ese fenómeno «ha coincidido con la floración» de los olivos, señala Rafael Pico, director de la asociación de productores y exportadores Asoliva, que teme que las flores se sequen. Y «si no hay flor, no hay fruto, y si no hay fruto, no hay aceite», afirma.

«Al límite»

En nuestro país, que produce el 50 % del aceite de oliva mundial con unas exportaciones anuales de casi 3.000 millones de euros, la situación preocupa especialmente después de una calamitosa campaña 2022-2023.

Debido a la falta de agua y las temperaturas extremas, la producción española de aceite de oliva se ha estancado en 660.000 toneladas, frente a los 1,48 millones de toneladas de 2021-2022, una caída del 55 %, según el Ministerio de Agricultura.

Y este año, el escenario podría repetirse. «Viendo las previsiones meteorológicas, casi es una evidencia ya: va a ser otro año negro», se queja Rafael Sánchez de Puerta, director general de Dcoop, principal cooperativa olivarera en España.

Una situación que podría acabar con numerosas explotaciones agrícolas. «Un año difícil, lo podemos superar. Es algo natural del cultivo. Pero dos años consecutivos, va a ser un desastre. Muchos están ya al límite», dice el empresario.

Compra de máquinas, pago de salarios, devolución de préstamos... Para mantener su actividad, «los agricultores necesitan liquidez», subraya Rafael Pico, quien recuerda que en España mucha gente vive de la producción de aceite de oliva.

Escalada de precios

Para los consumidores, el panorama también es sombrío. «La referencia del precio mundial del aceite de oliva depende en gran parte de España», recuerda Rafael Pico.

En los últimos meses, el precio del aceite de oliva ha ido en aumento. «A mediados de abril, el aceite de oliva se vendía a 5.800 euros la tonelada, mientras que en enero de 2023 estaba a 5.300 euros» y «a 3.500 euros en enero de 2022», explica Fanny de Gasquet, de la empresa de corretaje especializada en aceites vegetales Baillon Intercor.

Una tendencia que probablemente continuará. En Andalucía, los olivos jóvenes no tienen «raíces suficientemente desarrolladas para sacar agua» de la tierra profunda, por lo que «habrá pérdidas», con un impacto en la producción por «dos o tres años», vaticina De Gasquet.

Ante este panorama, el Gobierno rebajó el IVA del aceite de oliva del 10 % al 5 % a finales de 2022, como parte de un plan antiinflacionario que, en la práctica, el consumidor no ha notado. Para apoyar a los agricultores afectados por la sequía, también ha reducido el impuesto sobre la renta del sector en un 25 %.

Unas medidas consideradas insuficientes en el sector frente a la crisis que podría llegar. «Bajar la fiscalidad a gente que casi no va a tener ingresos, al final no le sirve mucho», considera Rafael Sánchez de Puerta, quien pide un plan más ambicioso frente a «una sequía que está durando más de la cuenta».