Los incendios de Canadá continúan activos y han quemado ya una superficie equivalente a la de Islandia
El fuego ha calcinado ya 10 millones de hectáreas, una cifra muy por encima del último récord que tenía el país norteamericano
Canadá atraviesa el peor momento medioambiental de su historia. Los incendios que asolan el país comenzaron el pasado mes de mayo en la provincia de Quebec y aún continúan meses después. A pesar de que son frecuentes en esta época del año, este 2023 se están superando todos los récords previos, y es que los fuegos llevan abrasando el país desde comienzos de año.
Y es que, según los últimos datos difundidos, más de 10 millones de hectáreas se han calcinado este año como consecuencia de los incendios forestales, una cifra muy por encima del último récord que tenía el país norteamericano y que seguirá aumentando en las próximas semanas, según los datos que el gobierno de Justin Trudeau difundió el pasado sábado.
Lo cierto es que las cifras son desoladoras: 4.088 incendios desde enero pasado, más de 150.000 personas evacuadas y más de 10 millones de hectáreas incineradas, aproximadamente la extensión de todo el país de Islandia. La marca anterior de áreas quemadas se remonta a 1989, con 7,3 millones de hectáreas, según cifras nacionales del Centro Interagencial Canadiense de Incendios Forestales (CIFFC).
«Nos encontramos este año con cifras peores que nuestros escenarios más pesimistas», declaró a AFP Yan Boulanger, investigador del Ministerio de Recursos Naturales de Canadá. «Lo que es una completa locura es que no ha habido respiro desde principios de mayo», subrayó este especialista en incendios forestales.
La magnitud de los fuegos hacen que las autoridades no puedan intervenir y, por ende, sigan ardiendo sin control. Aunque principalmente se incendian bosques boreales, que se encuentran lejos de las zonas habitadas y la población no corre peligro, las consecuencias para el medioambiente son catastróficas.
La situación actual
El pasado sábado aún continuaban activos 906 incendios en todo el país, entre los que se incluyen 570 considerados fuera de control. La gravedad es tal que no se salva ninguna provincia canadiense. Mientras que al comienzo de la emergencia fue Alberta la que concentró todas las preocupaciones, unas semanas más tarde, Nueva Escocia y especialmente Quebec se vieron a su vez atrapadas en megaincendios.
Desde que comenzó el verano es Columbia Británica el territorio que más preocupa, y es que allí se produjeron más de 250 incendios en tres días la semana pasada, un cambio en la situación de la provincia provocado por los rayos que cayeron durante las tormentas.
Estos devastadores incendios se producen después de que Canadá haya vivido uno de sus años más secos sin apenas precipitaciones que, acompañado de las temperaturas anormalmente altas, han generado el cóctel perfecto para que el fuego se propague con facilidad por todo el país sin que haya opciones reales de extinguirlos en un corto espacio de tiempo.
Segundo bombero fallecido
La temporada de fuegos se ha cobrado ya la vida de un segundo bombero dos días después de que se cobrara la primera víctima. «Con profunda tristeza informamos la trágica muerte de un bombero a causa de una lesión mientras combatía un incendio forestal en el distrito de Fort Liard, el sábado por la tarde», anunció Jessica Davey-Quantick, de Northwest Territories Relief.
La muerte se produjo en el sur de esta región, cerca de la provincia de Columbia Británica, donde el pasado jueves una bombera de 19 años falleció por una caída durante una intervención. «Nunca debemos olvidar el servicio y los sacrificios de nuestros socorristas», tuiteó el ministro de Seguridad Pública y Preparación para Emergencias de Canadá, Bill Blair.
El humo llegó a España
Las dimensiones de los incendios son tales que el humo ha cruzado ya medio mundo llegando hasta España. A finales de junio, el norte y centro peninsular pudo observar cómo los restos de los fuegos cubrían los cielos.
El humo canadiense viajó durante tres semanas unos 7.000 kilómetros gracias a la llamada corriente o jet stream a través del Atlántico por el viento del noroeste a una velocidad de 250 kilómetros por hora.
El fenómeno, recogido por el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus, se notó especialmente en Galicia y el norte de Castilla y León, aunque desde Madrid también pudieron observar un sol anaranjado y velado por este polvo americano.