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El buque Gas Venus siendo intervenido en la mañana de este martesEFE/Gobierno de Gibraltar

El Estrecho de Gibraltar colecciona vertidos ante la inacción del Ministerio de Transición Ecológica

El incidente del martes se suma a una larga lista de sucesos similares en los últimos años en los que la actitud del Peñón ha sido objeto de intensas críticas

El vertido accidental de combustible de un buque en aguas del Estrecho de Gibraltar, ocurrido en la mañana de este martes, se suma a la larga lista de episodios similares registrados desde hace años en ese entorno con una periodicidad prácticamente anual.

Casi un año después de que en agosto de 2022 otro barco, el granelero OS35, se hundiera a 400 metros del litoral de La Línea de la Concepción (Cádiz) con cientos de litros de combustible a bordo, la vecina Algeciras y el resto de municipios costeros que se asoman al Estrecho se despertaron ayer con una noticia que, casi seguro, no les cogió por sorpresa. El desbordamiento sufrido por una embarcación gasera llamada Gas Venus, con bandera de Panamá, a eso de las 8.22 horas de la mañana vuelve a poner en alerta a la zona. ¿De quién es la culpa en esta ocasión? En el pasado, las críticas han apuntado directamente hacia el Gobierno del Peñón, su falta de medios y sus restricciones para que embarcaciones españolas no tomen parte en las labores de extracción y limpieza, si bien los actores afectados no se han pronunciado en esos mismos términos por ahora.

En este sentido, Antonio Muñoz, portavoz de Verdemar-Ecologistas en Acción de Algeciras, ha lamentado en declaraciones a Europa Press que se «haya tardado un año» en registrar «otro accidente» en esta zona, «donde se produjo el naufragio del granelero OS35 en agosto de 2022», el cual fue finalmente sacado del mar el pasado mes de julio.

Muñoz, que ha denunciado que se estén realizando «operaciones de envergadura» alrededor de la Bahía de Algeciras con «el trasiego» de «prácticamente cinco millones de toneladas de combustible de fuel marino» en el Estrecho, ya cargó en 2007 contra el Gobierno gibraltareño después de que un chatarrero, el New Flame, se hundiera con 42.000 toneladas de residuos contaminantes en su interior. En aquella ocasión, responsabilizó de la «negligencia» al Peñón y subrayó: «Lo que tiene que hacer de una vez es sacar a la luz pública un informe en el que se detalle el tipo de chatarra que contiene el barco».

Y lo cierto es que, a ojos de los municipios cercanos y de los ecologistas, Gibraltar ha mantenido siempre una actitud irresponsable en la gestión de este tipo de crisis. Así, por ejemplo, tanto en 2002 por otro vertido como en 2022 por el incidente del OS35, los regidores de La Línea de la Concepción y de Algeciras arremetieron contra su Gobierno.

«Es un nuevo engaño de Gibraltar, que se está convirtiendo en la principal bestia negra del medio ambiente. Hacen lo que les da la gana y juegan con la salud de las poblaciones del Estrecho», dijo hace ahora 21 años el alcalde de La Línea Juan Carlos Juárez (PP). Al igual que él, el año pasado José Ignacio Landaluce (también del PP), regidor de Algeciras, criticó al Gobierno de Fabian Picardo, del que dijo que «con esa actitud de no dejar entrar a nadie en las aguas que ellos dicen que son suyas, al final se tiene una actitud negligente porque el daño medioambiental es absolutamente para todos».

Evolución

Tras lo ocurrido ayer, el Departamento de Medio Ambiente de Gibraltar sigue de cerca la evolución de la situación y los socorristas están en alerta por si se detectara petróleo en la costa occidental. Muñoz, por su parte, ha señalado que, «en muchas ocasiones», los buques no cuentan con «una tripulación completa», razón por la que, con frecuencia, «se producen toda esta serie de accidentes», refiriéndose a las maniobras de bunkering (trasvase de combustible entre barcos) que ha dado lugar al último vertido.

El Gobierno de España no ha emitido por ahora ninguna declaración al respecto. El año pasado, con el OS35, optó por una posición colaborativa y evitó las críticas a la gestión de la crisis, muy alejada del discurso que esgrimieron tanto ecologistas como alcaldes populares contra el Peñón.