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Imagen de una avispa asiática

Imagen de una avispa asiáticaCreative Commons

La naturaleza y la calidad de vida, bajo amenaza por las especies invasoras

Un informe revela que estas desempeñan un «papel importante» en el 60% de las extinciones y tienen un coste de 400.000 millones de dólares anuales

Las especies exóticas invasoras suponen un grave riesgo para la biodiversidad mundial, cuyo impacto se suele subestimar, subrayó el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES), publicado este lunes y que aprobaron representantes de 143 países.

El ser humano es responsable de la introducción de más de 37.000 especies exóticas en biomas de todo el mundo, de las que más de 3.500 son invasoras y de carácter nocivo, lo que supone una amenaza para la naturaleza pero también para la calidad de vida de las personas, destacó el documento.

Se calcula que el impacto económico de dichas especies superó en 2019 los 423.000 millones de dólares estadounidenses, una cifra que puede cuadruplicarse en la próxima década.

El informe presentado hoy en Bonn (oeste de Alemania) por el IPBES, es fruto de cuatro años de trabajo, en que se estudiaron 13.000 referencias de 49 países, por lo que se trata del estudio más exhaustivo realizado sobre el tema hasta la fecha.

«Las especies exóticas invasoras son uno de los forzantes principales de la pérdida de diversidad a nivel global y su número e impacto están aumentando exponencialmente», declaró a Efe uno de los copresidentes de la evaluación, el profesor chileno Aníbal Pauchard.

Amenaza para la naturaleza y los humanos

Según señaló la evaluación del IPBES, en el 60 % de las extinciones registradas han desempeñado un papel las especies exóticas invasoras, mientras que en el 16 % han sido el único factor responsable de la desaparición.

Al mismo tiempo, 218 especies invasoras –la mitad de las cuales corresponden a vertebrados– ha causado la extinción de 1.215 especies autóctonas hasta la fecha, mientras que el 85 % de los efectos registrados sobre las formas de vida nativas son negativos.

No obstante, la difusión de especies foráneas invasoras también afecta a la población humana, en particular a las personas que más dependen de la naturaleza, como las comunidades indígenas, a pesar de que muchas de ellas se introdujeron en un principio de forma deliberada debido a los beneficios que se esperaban.

Entre los ejemplos se cuentan el descenso de la pesca en el lago Victoria por la propagación del jacinto de agua o camalote, o la propagación de enfermedades como la malaria por especies invasoras de mosquitos.

El mayor impacto, en América

A escala global, el continente europeo es el que cuenta con más especies invasoras terrestres establecidas (en torno a 16.000) , seguido de América del Norte, Oceanía y América del Sur.

Sin embargo, la proporción más elevada de repercusiones negativas se concentra en las Américas, con un 34 %, mientras que Europa y Asia Central agrupan el 31 %, Asia y el Pacífico el 25 % y África el 7 %.

Por otro lado, el medio más afectado es el terrestre (75 %), en particular bosques y zonas cultivadas, mientras que los ecosistemas de agua dulce y marinos concentran un 14 y un 10 % respectivamente.

Según la evaluación, la especie exótica invasora terrestre más extendida del mundo es el jacinto de agua, que afecta a un total de 74 regiones, seguido del arbusto de la lantana (69) y de la rata común (60).

Una amenaza cada vez mayor

Desde 1970, la difusión de las especies exóticas ha ido en aumento debido al incremento del comercio y de los viajes, unos factores que, junto con el cambio climático hacen probable que los efectos negativos vayan en aumento en el futuro aún cuando no se introduzcan nuevas especies.

En su informe sobre biodiversidad de 2019, la IPBES ya advirtió que la naturaleza está sufriendo un declive sin precedentes en la historia humana y que el proceso de la extinción de especies –que amenaza ya a un millón de animales de plantas– se está acelerando.

Desde entonces, las especies invasoras están consideradas como uno de los principales impulsores directos de la crisis de la biodiversidad, junto con el cambio de uso de la tierra y el mar, la explotación directa de organismos, el cambio climático y la contaminación.

Sin embargo la evaluación concluye con una nota de optimismo, ya que señala que una gestión eficaz a nivel de prevención, erradicación y restauración puede ser efectivo a la hora de reducir las repercusiones negativas. «Con la información y los recursos suficientes, son una solución», destaca Pauchard.

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