Un pueblo sueco se trasladará al completo por culpa de una de las minas más profundas del mundo
Las obras, que ya comenzaron hace 15 años, durarán entre 20 y 30 años más y sus 18.000 habitantes están divididos ante esta operación colosal
Kiruna es la ciudad más septentrional de Suecia y está situada 145 kilómetros al norte del círculo polar ártico. Pero no es mundialmente conocida por su situación o por sus impresionantes paisajes –normalmente nevados–, sino porque prácticamente todo el pueblo deberá mudarse a otro enclave por la existencia de una mina.
Y es que Kiruna está situada entre dos montes, el Kiirunavaara y el Luossavaara, los cuales eran excavaciones de magnetita. Aunque la mina existente bajo el segundo de ellos ya no se utiliza, la que hay bajo el primero sigue activa y se trata, además, de una de las más profundas del mundo, llegado a los 1.600 metros de profundidad.
El pueblo se fundó hace 125 años precisamente para alojar a los trabajadores de los diferentes yacimientos, pero la inestabilidad del terreno y la posibilidad de que este se hunda ha propiciado la organización de un proyecto de migración de gran magnitud.
En 2004 se decidió trasladar el centro de la ciudad, por problemas geológicos de subsidencia, pero todo apunta a que se tenga que mudar casi toda la población en los próximos 30 años, ya que el filón de hierro se hunde cada vez más. Esta reubicación se hará de manera progresiva y meticulosa con el objetivo de minimizar cualquier impacto negativo.
Kiruna se mudará a tan solo tres kilómetros de su ubicación actual, una nueva ciudad que está siendo desarrollada de acuerdo a las últimas tecnologías y siguiendo «los principios de sostenibilidad». No obstante, no se construirán nuevas casas, sino que se trasladarán las actuales «muro a muro». Incluso la iglesia luterana del pueblo, que data de 1912 y ha sido declarada monumento histórico, será transportada en su totalidad al nuevo enclave.
El coste de la «mudanza» se estima en 3.000 millones de euros y está financiado en gran parte por LKAB –una empresa minera sueca de propiedad estatal–. Según las últimas estimaciones, las obras durarán todavía entre 20 y 30 años o incluso el doble si la mina obtiene la autorización de excavar todavía más.
Los residentes se quejan de que están «atrapados entre dos ciudades», dice el alcalde a AFP, o «todavía quieren ir a los restaurantes de la vieja ciudad». Edificios enteros del casco antiguo, sin sus ocupantes ni sus tiendas, se encuentran ahora protegidos con vallas azules para impedir su acceso, antes de ser demolidos. 6.000 personas están afectadas, pero pueden ser más si LKAB obtiene el visto bueno para excavar más, algo que tiene muchas probabilidades de ocurrir.
Mayor yacimiento de tierras raras
Y es que a esto hay que sumarle que Suecia anunció el pasado mes de enero el descubrimiento del yacimiento de tierras raras «más grande» conocido hasta ahora en Europa en Kiruna, lo que se interpretó como un pequeño paso hacia una mayor autonomía de la Unión Europea respecto a China, que lidera el suministro de estos metales esenciales para la transición verde.
Según estimaciones, contiene más de «un millón de toneladas de óxidos de tierras raras». «Es el yacimiento más grande conocido de elementos de tierras raras en nuestra parte del mundo, y podría convertirse en un elemento básico importante para la producción de materias primas críticas, absolutamente cruciales para la transición verde», señaló el director general del grupo minero público LKAB, Jan Moström.
El yacimiento anunciado representaría menos del 1 % de las reservas mundiales de tierras raras, cifradas en 120 millones de toneladas por el instituto geológico estadounidense (USGS). El hallazgo no deja de ser una noticia esperanzadora para la UE, escaldada por su dependencia energética de Rusia e interesada ahora en emanciparse en el capítulo de los metales raros. En la actualidad, el 98 % de las tierras raras empleadas en la UE se importa de China, que goza de un cuasi monopolio en el sector.