Fundado en 1910

Máquinas de excavación trabajando en una mina alemanaFreepik

Transición energética

​Expertos consideran que la narrativa actual es «inadecuada» para hacer frente a los retos climáticos

Científicos y académicos han explicado las fortalezas y debilidades de un modelo a todas luces imposible de conseguir en el tiempo estipulado

La Fundación Naturgy ha presentado un extenso informe realizado por Mariano Marzo Carpio, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona en la Facultad de Ciencias de la Tierra, en el que detalla cuáles son los retos a los que nos enfrentamos para conseguir la tan aclamada transición energética.

Marzo dejó claro que la llamada transición energética es realmente una «transición extractiva» porque de lo que se trata de dejar de usar una serie de materias primas para enfocarse en otras.

Hoy en día el 82 % de la energía que consume el mundo y nuestro desarrollo como civilización se basa en los hidrocarburos.

«Esto es lo que está produciendo el cambio climático, existe un amplio consenso al respecto», señaló el catedrático, aunque omitió los cerca de 1.600 científicos (incluidos dos premios Nobel) que cuestionan las bases de dicha afirmación.

En la ruta hacia las cero emisiones netas el concepto de seguridad enérgica cambia. «La flexibilidad del sistema eléctrico, la ciberseguridad y la seguridad de las cadenas de suministro de tecnología y energía son cada vez más importantes», aseguró el experto. En esto es lo que está trabajando la Unión Europea con mayor empeño desde la invasión de Ucrania.

No existe ninguna energía limpia si tenemos toda la cadena de valor desde la producción hasta el transporte. «El concepto en sí mismo es un oxímoron», declaró Marzo y fue muy crítico, como el resto de ponentes, con la narrativa imperante que considera «inadecuada» para enfrentarse a los retos de manera conjunta con otros países.

«La ambición política va por muy delante de la realidad en la que nos encontramos, la transición planteada llevará más tiempo del deseado», aseguró.

Transición extractiva

Desde 2019 a 2050 se espera un boom en el comercio internacional de minerales críticos. En la actualidad, estos suponen un 11 % del total de consumo. En 2050 se espera que alcancen el 47 % en el sector de la energía. Las otras fuentes serían el hidrógeno (35 %), petróleo (11 %), gas natural (5 %) y carbón (2 %).

Según el informe, la demanda de minerales para tecnologías energéticas «limpias» en 2040 se multiplicaría como mínimo por cuatro para alcanzar los objetivos climáticos, con un crecimiento particularmente alto en el caso de los vehículos eléctricos. Para 2050 la producción de minerales cítricos se deberá haber multiplicado por seis.

Construir un vehículo eléctrico en estos momentos supone hasta cinco veces más de minerales que uno de combustión. A lo que se suma la gran dificultad en estos momentos de reciclar las baterías y otros sistemas.

Pese a este problema, «no hay carestía de recursos», aseguró el director del documento. «Pese a un aumento continuado de la extracción, las reservas económicamente viables han ido aumentando entre 2011-2019».

Sin embargo, el declino de la calidad de mineral (grado de concentración) genera múltiples desafíos para la extracción, los costes de procesadores, las emisiones y el volumen de residuos. Esto también es un factor contaminante.

Transición geopolítica

Muchos de los minerales necesarios para la transición energética están geográficamente más concentrados que la actual del petróleo y gas natural. Esto conllevará una serie de «implicaciones geopolíticas sin precedentes».

Los tres primeros productores suministran entre el 50 % y el 90 % de esta minería. Los principales son China, Congo y Sudáfrica, seguidos de Australia, Indonesia y Chile.

En cambio, la concentración de operaciones de procesado también es alta, pero con China a la cabeza y absorbiendo gran parte del mercado: entre el 40 % y el 90 % en función del mineral. La siguen Chile e Indonesia.

En baterías y componentes China ocupa el primer puesto. En cuanto a turbinas y componentes energía eólica, China, Alemania y España. El despliegue de estas tecnologías está controlado por la UE, China y EE.UU.

Para hacer frente a los retos, Marzo señaló seis recomendaciones:

  • Garantizar una inversión adecuada en nuevas fuentes de suministro y diversificarlas
  • Promover la innovación tecnológica a lo largo de toda la cadena de valor
  • Fomentar el reciclaje
  • Mejorar la resiliencia de la cadena de suministro y la transparencia del mercado
  • Incorporar normas ambientales, sociales y de gobernanza más estrictas
  • Fortalecer la colaboración internacional (productores y consumidores)

La UE lo tiene claro

Por parte de la Unión Europea participó Paula Ceballos Coloma, miembro de la dirección general de Energía de la Comisión Europea.

La propuesta de reglamento de materias primas fundamentales y estratégicas se está debatiendo entre el Parlamento y el Consejo con «posiciones negociadoras claras» y, asegura, «los líderes políticos se han dado cuenta de la necesidad de convertir esto en un tema prioritario y ser ambiciosos, porque lo necesitamos».

Las materias fundamentales son aquellas que tienen un riesgo alto a la hora de mantener el suministro o de gran importancia económica, mientras que las estratégicas son las que tienen que verde con la transición verde, la digitalización, la defensa y el espacio.

Este reglamento europeo marcará una serie de objetivos para 2030. El primero es que la capacidad de extracción de la UE cubra al menos 10 % de consumo de la UE; el segundo, quela capacidad de procesamiento de la UE cubra al menos el 40 % de consumo de la UE, y el tercero que la capacidad de reciclaje de la UE cubra al menos el 15 % del consumo.

Más allá de los deseos y previsiones políticas a corto y medio plazo, también hubo duras críticas a la forma en que se estaba tratando un tema tan delicado para la misma supervivencia de los actuales modelos productivos dentro de un sistema de competencia global.

El doctor en Geología Arnoldus Mateo van den Hurk Mir no cree que se haya tomado el camino adecuado para cumplir con los objetivos estipulados. En cuanto a minería, «para cumplir el 10 % de lo que se pide estaríamos hablando de que serían necesarios 34.000 proyectos presentados -porque solo uno de cada 100 se aprueba- y apenas hay 500».

Sobre los objetivos a corto plazo señaló que «tenemos un emperador que quiere hacer una fiesta en 2030, pero que no entiende que dos terceras partes del mundo no se creen los objetivos de desarrollo sostenible» porque «vamos con la superioridad moral y no entendemos lo hipócritas que estamos siendo».

En esta línea también se explayó el propio director del informe: «el precio a pagar por no llevar una política realista, por intentar confundir deseos con realidades –en lo que es un populismo energético desmesurado– va a resultar demasiado alto».

«No necesitamos un Green Deal, sino un Real Green Deal basado en realidades», declaró al terminar su intervención.