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Un joven se abraza a un árbolFreepik

El motivo por el que abrazar árboles está de moda

Esta práctica japonesa ha obligado a un pueblo de Cantabria a tomar medidas después de que su bosque de secuoyas haya sufrido serios daños

Esta semana, el pueblo cántabro de Cabezón de la Sal ponía medidas sobre la mesa para «salvar» su bosque de 2,5 hectáreas de secuoyas plantadas en 1940. El motivo: la moda de abrazar árboles, que está provocando daños en su corteza y en sus raíces.

Esta práctica proviene de Japón y lleva ya unos años inundando los bosques y otros espacios naturales de nuestro planeta. Se llama shinrin yoku o «baño forestal», cuya traducción podría ser «absorber la atmósfera del bosque», y se vende como un remedio para huir del estrés y la tensión de las ciudades y como una forma de meditación activa.

Aunque haya cobrado importancia en los últimos años, esta práctica nació en la década de los 80, momento en el que la evolución del trabajo era constante y había poco tiempo para descansar. Su relevancia fue tal que llegó a formar parte del programa nacional de salud de Japón. Pese que tiene sus inicios en el país nipón, se ha ido extendiendo rápidamente hasta llegar a Occidente.

El ejercicio consiste en acudir a un lugar en el que estemos rodeados por naturaleza, desde un parque a un bosque. Una vez allí, se deberá conectar con ese espacio para alejarse del estrés, la tensión y los nervios. Esto se puede hacer simplemente paseando por los espacios, escuchando el medio que nos rodea y «disfrutando» de lo que hay alrededor, según comentan quienes realizan esta práctica.

Pero esto no es suficiente para algunos. Según la Asociación de Terapia de Bosque y Naturaleza de Estados Unidos, existen otras rutinas que ayudan a profundizar en la relación con la naturaleza, como sentarse o comunicarse con otras especies.

Asimismo, aquellos que realizan el baño forestal tienden a expresar su amor por la naturaleza abrazando los árboles, tocando las plantas o las piedras presentes en el medio. Algo que a muchos les puede parecer un acto de ternura y afecto, pero que puede llegar a perjudicar de manera notable a los seres vivos.

Un bosque cántabro amenazado

El ayuntamiento de Cabezón de la Sal, en Cantabria, ha decidido parar estos baños forestales en su bosque de secuoyas, ya que sus 200.000 visitantes anuales están provocado la masificación de este espacio natural y su consecuente deterioro.

Las redes sociales se llenan de personas abrazando los árboles, algo que termina dañando su corteza visiblemente y poniendo en peligro la salud de estos árboles. «Se están debilitando los árboles porque la gente que viene se abraza a ellos, se degrada la corteza, incluso alguno se lleva trozos de corteza de recuerdo», lamenta en una entrevista telefónica con Efe el alcalde de Cabezón de la Sal, Óscar López.

Además de quedarse «pelados», muchas de las raíces de las 840 secuoyas de este bosque también se están quedando a la vista por «la erosión de pisar por ellos».