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La biodiversidad es uno de los pilares de la agricultura regenerativa, que se logra rotando cultivosFlickr

En qué consiste la agricultura regenerativa, la técnica sostenible que pretende revolucionar el campo

La eliminación de químicos, la rotación de cultivos o la integración de animales son algunas de las acciones necesarias para llevarla a cabo

El sector primario continúa siendo esencial tanto a nivel económico como para la supervivencia de la especie humana. Pero este ha ido evolucionando. Al contrario de lo que ocurría en el pasado, actualmente estamos acostumbrados a consumir todo tipo de frutas u hortalizas sea la época del año que sea. Esto es consecuencia de la sobreproducción de alimentos, que puede derivar en un daño al medio ambiente con prácticas como la agricultura intensiva o el sobrepastoreo.

Ante esta situación, cada vez gana más fuerza una alternativa: la agricultura regenerativa. Con este término se engloban las técnicas utilizadas para restaurar la calidad de los suelos a través de prácticas agrícolas que se consideran más respetuosas con los ecosistemas y más sostenibles.

Consiste básicamente en rehabilitar el suelo y mantenerlo productivo la mayor parte de tiempo posible para evitar así la expansión a nuevas zonas a través de la deforestación u otro tipo de prácticas agresivas para con el medio ambiente.

Esto se consigue mediante la eliminación o reducción de la labranza y del uso de maquinaria pesada que pueda compactar el suelo, así como de productos químicos que puedan afectar a los microorganismos que habitan en la tierra. Igualmente, los agricultores cubren el suelo con material vegetal para mejorar la retención de agua, prevenir la erosión de la tierra y aumentar la calidad de los suelos.

La biodiversidad es otro de los pilares de la agricultura regenerativa, que se logra rotando cultivos y que mejora la salud de los suelos y la capacidad de las plantas de absorber los nutrientes de la tierra. De la misma forma, para que los campos nunca estén vacíos se siembran semillas de cobertura antes de eliminar las raíces, ya que de esta forma se mantiene el ciclo del agua y de los nutrientes de la tierra.

Otra de las pautas a seguir es integrar a los animales dentro de la actividad agrícola para fertilizar la tierra de forma natural, así como prevenir los efectos de cualquier tipo de plaga.

Ventajas y desventajas

Las ventajas de esta opción son variadas, tanto para el agricultor como para el entorno natural. La principal mejora se va a producir en los suelos, puesto que son más fértiles al mejorar su calidad física, química y biológica. Se refuerza también la presencia de polinizadores y, por ende, de la biodiversidad, y los animales están mejor alimentados.

Asimismo, los productos resultantes son de mayor calidad nutricional para las personas y los ecosistemas de alrededor se recuperan, mejorando la retención de agua y reduciendo la erosión. Igualmente, se erige como arma contra el cambio climático, puesto que promueve la fijación de carbono orgánico en los suelos, y elimina los residuos de la agricultura tradicional al no utilizar plásticos, pesticidas o herbicidas.

Aunque los puntos a favor son cuantiosos, también existen algunas pegas a este tipo de agricultura. Su rendimiento puede ser más bajo que el de la tradicional, aunque, según aseguran desde Asaja, los negocios pueden llegar a ser «más rentables». Por otra parte, el tiempo que puede llevar el modificar los métodos para trabajar la tierra puede ser prolongado, ya que conlleva una transición desde un modelo a otro y puede requerir varios años para que el suelo se regenere y los cultivos se adapten a las nuevas prácticas.

Los trabajadores que quieran implementarla deberán contar además con los conocimientos y habilidades necesarios, lo que requerirá una inversión de tiempo para adquirirlos, así como un desembolso inicial importante, ya que pueden requerir la inversión en maquinaria y equipos específicos, o en la adquisición de semillas y materiales orgánicos.

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