La energía nuclear y el medio ambiente: «La necesitamos porque, a pesar de no ser renovable, es limpia»
La COP28, que se ha celebrado estas dos primeras semanas de diciembre en Dubái, ha vuelto a incidir en los modelos energéticos que debemos adoptar para evitar el calentamiento del planeta. Tras largas negociaciones, los países han acordado algo pionero: llevar a cabo una «transición» para abandonar los combustibles fósiles y triplicar la capacidad de energías renovables. Pero, ¿dónde ha quedado la energía nuclear en todo esto?
Lo cierto es que este modelo se coló en la cumbre del clima como una de las tecnologías a impulsar para afrontar esta situación. Más de una veintena de países han acordado triplicar la capacidad actual de la energía nuclear a nivel global para 2050, entre ellos Francia, EE.UU. o Países Bajos, pero con la posición contraria de España.
La propia Unión Europea concluyó en 2022 que el gas y las nucleares son energías verdes, equiparándolas a las renovables y permitiendo que estén dentro del etiquetado verde que les permite competir con la solar o la eólica para así poder recibir ayudas propias de las tecnologías no emisoras de gases de efecto invernadero.
El Debate ha conversado con Kevin Quintana, ingeniero de minas y energía, que considera la nuclear como una energía respetuosa con el medio ambiente, ya que necesita un combustible –uranio– que no produce gases de efecto invernadero, principales culpables del calentamiento global. Añade que, como todas las demás, necesita una infraestructura para producirse, que en este caso ocupa varias decenas de hectáreas menos que en el caso de otras energías como la solar o la eólica, «motivo por el que, en ese aspecto, respeta mucho más el entorno». Además, la cantidad de energía que puede producir una central nuclear es mucho mayor que las otras alternativas, es decir, «con menos combustible, tiempo y espacio produce más», sentencia.
Algo en lo que coincide Carlos Vázquez-Rodríguez, investigador en ingeniería nuclear, que se muestra rotundo al afirmar que la nuclear es respetuosa con el medio ambiente: «Si no lo fuese, en Europa llevarían años cerradas», señala, y se refiere al informe del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea que, tras un largo informe, concluyó que que la energía nuclear es, al menos, tan respetuosa con el medio ambiente como las renovables.
Demonización
En los últimos años hemos asistido a una ambición por parte de muchos países europeos a cerrar las centrales nucleares, empujados en parte por los movimientos ecologistas contrarios a esta práctica. Para Vázquez-Rodríguez, la nuclear cuenta con «una mochila muy pesada tras de ella que lastra su desarrollo», debido principalmente a su nacimiento como una industria militar y a los accidentes históricos de Chernóbil y Fukushima. Además, el experto considera que ha sido la propia industria la culpable de esta mala fama al «no haber hecho mucho esfuerzo en comunicarse con la población».
El punto negativo lo encontramos en los residuos que genera. Sin embargo, Quintana subraya que estos «son tratados, compactados y depositados correctamente» y ve infundado el miedo que la población tiene a una posible radiación: «La tecnología que se utiliza para almacenarlos es muy segura, es como la gente que tiene miedo a volar en avión por si se cae, siendo el medio de transporte más seguro», destaca.
El ingeniero va más allá y resalta que al vivir cerca de una central nuclear recibes una cantidad de radiación ínfima, similar «a la de comerse un par de plátanos», que tienen potasio 40 y supone una exposición a 0,1 microsieverts.
Reutilización de los residuos
La gran apuesta para impulsar la energía nuclear residiría en saber cómo tratar esos residuos y, en la manera de lo posible, reutilizarlos. Según un informe publicado por la ONG RePlanet, si los desechos nucleares se reciclaran y se reutilizaran como combustible para reactores nucleares avanzados podrían generar milenios de electricidad sin carbono para Europa.
Una opción que Quintana cree interesante de desarrollar: «Cuando el uranio se desintegra en otros elementos, como el níquel, el cobalto o el plutonio, estos se tratan de nuevo con otra fisión y vuelven a crear energía».
Por todo ello, Vázquez-Rodríguez estima que los diferentes países deberían apostar por extender la vida de los reactores nucleares, algo que es «extremadamente barato, no emite CO2 y es una compañera perfecta para las renovables». El experto avisa de que si queremos alcanzar los objetivos climáticos «debemos de apoyar a la eólica o la solar de una tecnología que no dependa de variaciones en el clima, de si hace sol o viento, y de que pueda producir energía limpia de manera continua. No es el plan de España y deberíamos de cambiarlo», finaliza.
Kevin Quintana coincide con las conclusiones de su colega: «Necesitamos la energía nuclear porque, aunque no sea renovable, sí es limpia, y cuenta con suficientes ventajas (es eficiente, genera grandes cantidades de energía con poco combustible, es barata de mantener) para que se deba incorporar a la transición ecológica de nuestro país».