Las altas temperaturas adelantan las plagas de la oruga procesionaria
Las hileras de estos insectos pueden resultar llamativas, sin embargo, toparse con una de ellas supone un riesgo para la salud, especialmente en niños y perros
Aunque se llama Thaumetopoea pityocampa, todo el mundo la conoce como 'la procesionaria'.
Esta oruga extremadamente peligrosa se forma en las copas de los pinos, en unos nidos blancos con forma de bolsa que penden de estos árboles. Y según va pasando el invierno, se produce la bajada de este insecto desde el tronco hasta el suelo, con su particular 'procesión' en la que estas orugas marchan en hileras para buscar un lugar en el que enterrarse para hacer la metamorfosis. Convirtiéndose en una auténtica amenaza, sobre todo para aquellas personas que pasean con perros o niños.
Algo que normalmente ocurría durante los meses de abril y mayo, el aumento de las temperaturas ha hecho que la plaga de la oruga procesionaria se adelante, por lo que las autoridades ya advierten de sus consecuencias.
La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) ha instado a las Administraciones locales a que contemplen entre sus «actuaciones imprescindibles» campañas de prevención anuales que se ejecuten en la temporada de otoño y que contribuyan a «minimizar los perjudiciales efectos de esta plaga».
«Ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas, tan solo con el roce de uno de sus pelos, que estos insectos lanzan como estrategia de defensa al sentirse amenazadas, es suficiente para provocar irritaciones y alergias, especialmente si éstos alcanzan los ojos», especifica Jorge Galván, director general de ANECPLA.
Riesgo para la salud pública
En España, la oruga está muy extendida por toda la península y Baleares, y es muy fácil encontrarla en zonas forestales, en parques y en jardines.
Además, según datos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), la plataforma Alerta Forestal recoge cientos de fotografías de bosques afectados por la procesionaria en nuestro país. Científicos de esta plataforma como Jordi Vayreda avisan de que «la procesionaria no suele afectar a los mismos pinares un año tras otro. En estas condiciones los árboles fuertemente afectados no tienen tiempo de recuperarse, se van debilitando y pueden acabar muriendo».
Peligros de la oruga procesionaria
Un mínimo contacto con la oruga procesionaria puede generar desde dermatitis a otros problemas más severos, incluidas lesiones oculares y urticarias.
Cada oruga cuenta con al menos 500.000 tricomas –los pelos venenosos que recubren su cuerpo– que lanzarán si se sienten amenazadas.
Esto puede ser realmente peligroso para los niños –que suelen tocarlo todo– y los perros, ya que si se acercan a olisquearlas o lamerlas puede causar la muerte del animal.