El sistema de Bruselas para lograr el exterminio de las palomas
Gracias a un nuevo programa, se calcula que dentro de cinco años se habrá reducido la población de palomas hasta en un 80 %
La población de palomas aumenta cada vez más y, con ella, se multiplican los problemas que ocasionan en una ciudad. No solo es suciedad lo que provocan con sus excrementos sobre el asfalto, los edificios y los monumentos históricos, sino también las enfermedades que pueden contagiar y el impacto económico que conllevan los arreglos que hay que realizar a causa de sus desperfectos.
Según los cálculos de la ciudad de Bruselas, cada paloma cuesta al erario público del orden de 30 euros al año, por lo que, si hubiera tantas como en Barcelona, estaríamos hablando de más de 2,5 millones de euros perdidos al año. Un problema que el ayuntamiento de la capital belga lleva tratando de solucionar desde hace años.
La primera medida fue tratar que los ciudadanos dejaran de alimentar a las palomas, algo que no tuvo demasiado éxito. Multas de hasta 140 euros en casos de reincidencia no sirvieron de mucho. La gente seguía alimentando a los animales, que continuaban engordando y ampliando su esperanza media de vida. La ley de la naturaleza hace que los enfermos mueran, pero, si las palomas están sobrealimentadas, responden de manera efectiva a las enfermedades y se genera así una sobrepoblación.
Para agravar aún más la situación, la comida que las palomas se dejaban llamaba la atención de las ratas, atraídas por alimentos de fácil acceso. Así que no solo crecían las ratas voladoras, sino también las de tierra, con todos los problemas que ello conllevaba a la ciudad.
Fue entonces cuando dos de los barrios de la región de Bruselas pusieron en marcha un programa para tratar de reducir la población de palomas, a base de semillas anticonceptivas. Se trataba de esparcir por el suelo trozos de maíz recubiertos con un antiparasitario cuyo efecto secundario es la anticoncepción. De esta forma, las palomas que iban muriendo con el paso el tiempo no eran sustituidas por otras nuevas.
La técnica está recomendada por una serie de asociaciones que velan por los derechos de los animales y ha sido supervisada por veterinarios. No supone un riesgo para las palomas ni tampoco para otros animales que se comieran el maíz, ya que los efectos secundarios solo afectan a las palomas.
Gracias a este plan, entre noviembre de 2022 y el verano pasado, descendió considerablemente el número de palomas en la zona cercana al Parlamento Europeo, por lo que ahora el barrio de Schaerbeek ha decidido también ponerlo en marcha. Se calcula que dentro de cinco años se habrá reducido la población de palomas hasta en un 80 %.