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Vista del pantano de Sau, en Barcelona

Vista del pantano de Sau, en BarcelonaEuropa Press

Cataluña

Se reabre el debate sobre el trasvase del Ebro, que ya ha dejado de ser un «tema tabú»

Diversas entidades ya han puesto encima de la mesa la necesidad de «interconectar» la cuenca de Tarragona y la de Barcelona

El 21 de abril de 2005 se aprobaba la modificación del Plan Hidrológico Nacional, que implica la derogación del trasvase del Ebro, que contemplaba llevar agua del río hasta Almería, y al norte, hacia Barcelona. Fue una de las promesas que había lanzado en campaña electoral Jose Luis Rodríguez Zapatero. Y es que la derogación del trasvase, que «ni una gota del Ebro» saliera del río, fue una de las grandes luchas de la Generalitat, de los partidos catalanes, como PSC, ERC e Iniciativa, y de entidades ciudadanas, como la Plataforma en Defensa del Ebro, que, actualmente, sigue oponiéndose a esta medida.

¿Qué decía sobre el trasvase ese PHN? En la exposición, de motivos, por ejemplo, se apelaba al «principio de solidaridad, promoviendo un desarrollo conjunto de las cuencas cedentes y receptoras, a través del establecimiento de un tributo ecológico que prevé una cuota destinada a compensar ambientalmente a la cuenca cedente».

También se aseguraba que era un importante instrumento «vertebrador» del territorio, porque las zonas con déficits estructurales de recursos hídricos no vieran amenazado su desarrollo económico y social «por la incertidumbre del suministro de agua», y a la inversa. Y no solo eso, sino que se contemplaban otras actuaciones de «protección ambiental» e inversiones en infraestructuras hídricas.

En el articulado ya se desarrollaba la cuantía del trasvase, teniendo en cuenta que se tenía que respetar el «caudal ecológico», y que las cifras que se recogían eran siempre de máximos. Así, por ejemplo, se contemplaba una trasferencia de hasta 190 hm³ a las cuencas internas de Cataluña; 315 hm³ hasta el Júcar, 450 hm³ hasta el Segura y 95 hm³ al «`Plan Hidrológico del Sur», a Almería. Y también se dejaba claro que «no se efectuará ninguna derivación mientras no circule por el río, en los puntos de toma, un caudal superior a la suma del mínimo ambiental fijado en el Plan Hidrológico en la cuenca del Ebro, más el correspondiente a las concesiones en su caso existentes aguas abajo de las tomas».

Hubo manifestaciones en Cataluña en contra del PHN, que calificaron como «aberración legislativa». También se presentaron quejas a Europa. Y las reivindicaciones de las llamadas Tierras del Ebro y de la Plataforma en defensa del Ebro las recogieron especialmente los partidos de izquierda, comandados entonces por Pasqual Maragall (PSC), o Josep Lluís Carod-Rovira (ERC).

Aseguraban que solo con una derrota del PP y desbancándolo del Gobierno, se podría conseguir el objetivo de paralizar ese trasvase, que, aseguraban, iba a ser la ruina del Delta del Ebro, porque «padece enfermedades como regresión y mala calidad de las aguas». Y, efectivamente, cuando Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa, paralizó el trasvase, pero también se paralizaron otras obras hídricas que, ahora, muchos echan en falta.

Lo cierto es que 20 años después se ha vuelto a reabrir este tema, el de los trasvases. Y es que buena parte de Cataluña se encuentra en una situación crítica, con los embalses de las cuencas internas por debajo del 16%, y con unos seis millones de personas afectadas por las restricciones que comporta estar en fase de emergencia: consumo máximo de 200 litros por habitante y día, prohibido llenar piscinas; fuertes restricciones de consumo para agricultura, ganadería y usos industriales, entre otras.

Interconexión de cuencas

Y, ante este panorama, la palabra trasvase ya ha dejado de ser tabú. Aunque eso sí, ahora se le prefiere llamar de otra manera: «interconexión de cuencas». Se trata de una nueva expresión que, en el fondo, lo que quiere decir que es que se lleve agua del Ebro al sistema Ter-Llobregat, por lo tanto, hacia las cuencas internas, como ya preveía el PHN.

De entrada, la propia de la Generalitat ha puesto sobre la mesa un trasvase para garantizar el riego de apoyo a la comarca del Priorat. En este sentido, hay dos propuestas. En los dos casos se contempla captar agua del río Ebro para abastecer los pantanos de esa comarca. Una de ellos recoge llevar agua desde Garcia hasta el embalse dels Guiamets y después, al de Siurana. Y la otra plantea conectar el pantano de Margalef al canal Garrigues-sur. La previsión es que esté acabo en 2027. El Govern defiende esta medida que «solo» se utilizaría si los embalses del Priorat están «vacíos», en palabras del consejero de Acción Climática, David Mascort.

También economistas e ingenieros han pedido a la Generalitat invertir en infraestructuras «a futuro», pero también poner encima de la mesa los temas «tabú», como la interconexión del sistema Ter-Llobregat con la red del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT). Piden llegar a acuerdos con el territorio para poder llevar a cabo esta medida. El ingeniero Carles Conill, que es miembro del Observatorio Intercolegial del Agua de Cataluña, recordaba que lo que proponen «es trasvasar el agua que no se utiliza en Tarragona, en caso de que Barcelona lo necesite». Consideran que hay que avanzar hacia medidas «más estructurales» y el trasvase lo sería.

Propuesta de ingenieros y economistas

Lo que proponen es construir una cañería de unos 60 km que conectaría ambas redes, desde el Vendrell hasta Olèrdola, y que podría estar finalizada en poco menos de un año. Se utilizaría solo, aseguran, en casos «puntuales» y de «emergencia» para transportar el agua que no se utilice. El CAT cuenta con un caudal de 4 metros cúbicos de agua por segundo, pero según el observatorio, se gasta menos de 2,5. Y la diferencia, esos 1,5 m³ que no se gastan, «traigámoslos a Barcelona».

Y un socialista, el alcalde de Cornellà, Antoni Balmon, además de apostar por las políticas de reaprovechamiento del agua ha dejado a la Generalitat un planteamiento en el aire: «¿si la situación actual se agrava y de aquí a unos meses es insostenible, alguien se atreverá a defender que el agua del Ebro vaya al mar y no a Barcelona?».

Y en medio de este panorama, la que fuera ministra de Medio Ambiente de José María Aznar, Elvira Rodríguez, dice sentirse «muy afectada» por la situación. En unas declaraciones a COPE Cataluña, destacaba la «oportunidad perdida» que supuso la derogación del trasvase del Ebro, que, recordaba, iba «acompañada de muchas inversiones que no se han acabado haciendo y que iban a ser financiadas con fondos de Europa». Reconocía que el trasvase no hubiera sido la «solución definitiva» al problema de sequía de Cataluña, pero, desde luego, aseguraba, «habría minimizado sus efectos».

Y la situación es tan complicada que está todo preparado para que se pueda traer agua de Sagunto, en Valencia, en barcos hacia Cataluña. Una opción que se contemplaría poder llevar a cabo en junio, y si es que no mejora el panorama de la sequía.

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