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Dispositivo undimotriz en el marFlickr

Energía undimotriz, la fuente renovable y respetuosa con el medio ambiente que aprovecha la fuerza de las olas

A pesar de los múltiples intentos, no está ampliamente empleada en comparación con la eólica, la solar o la hidroeléctrica debido a los altos desafíos técnicos que conlleva

Las búsquedas de energías renovables que contribuyan a descarbonizar el planeta no cesan. Los diferentes países han apostado por incrementar las energías verdes, especialmente la eólica y la solar, para dejar de depender de los combustibles fósiles, pero continúa asimismo la exploración de otras alternativas igualmente eficaces y viables.

Algunas de ellas son, por ejemplo, la energía geotérmica o el hidrógeno verde. El Gobierno de España ha decidido invertir por ambos proyectos, impulsando la geotermia en Canarias con 106 millones de euros o incentivando el H2Med, el primer corredor de hidrógeno verde que transportará este elemento desde España hasta países como Francia y Alemania.

Otra de las fuentes de energía que ya se explota en nuestro país s la undimotriz, también conocida como olamotriz, que es aquella que aprovecha el movimiento de las olas para generar electricidad. Se diferencia de la mareomotriz en que esta, en vez de aprovechar la fuerza de las olas lo hace con la diferencia entre las mareas altas y bajas. Según explican desde Repsol, la undimotriz se compone de energía cinética y mecánica que se transforman en energía eléctrica mediante diferentes técnicas, según el tipo de tecnología que emplee cada central.

En España destaca la planta de Motrico, en Guipúzcoa, abierta desde 2011 y primera en Europa en aprovechar la energía de las olas. Incrementar este tipo de plantas podría constituir una solución energética para el planeta, y es que se podrían generar alrededor de 30.000 TWh (teravarios-hora) al año en todo el planeta gracias a esta técnica.

Cómo funciona

Este tipo de energía resulta interesante al poder aprovechar la fuerza del mar, que genera olas cuando el viento azota su superficie, teniendo una densidad mucho más alta que la del propio viento. Tal y como indican desde Iberdrola, son varios los factores que determinan la potencia de las olas, como la altura, la velocidad, su longitud de onda y la densidad del agua. Unos parámetros que alcanzan sus mejores condiciones en zonas donde la profundidad es escasa, entre 40 y 100 metros, teniendo en cuenta que la profundidad media del océano es de 3.900 metros.

A través de este oleaje es posible aprovechar esta energía por medio de tres fenómenos: el empuje de la ola por su frente, las diferentes variaciones de altura que presentan y por la variación en la presión bajo la superficie de las propias ondas. Estos permiten transformar esta energía cinética y mecánica en energía eléctrica a través de distintos tipos de dispositivos undimotrices, que se componen, entre otros, de columnas de aguas oscilantes, atenuadores de superficie o dispositivos de desbordamiento.

Uno de los mecanismos más utilizados es el de las boyas que absorben el movimiento vertical de las ondas y se fijan al fondo marino mediante un poste con un generador y un sistema hidráulico en su interior. Al moverse la boya, comprime el fluido que contiene esta estructura y la corriente generada se transmite a tierra a través de un cable submarino.

Beneficios y desafíos

A pesar de los múltiples intentos, la energía undimotriz no está aún ampliamente empleada si lo comparamos con la eólica, la solar o la hidroeléctrica, y esto se debe a los altos desafíos técnicos que conlleva. Y es que desarrollar plenamente esta energía requiere estructuras complejas y caras, cuyo mantenimiento en entornos marinos eleva aún más el coste.

No obstante, los avances tecnológicos son cada vez mayores, hasta el punto de que Iberdrola afirma que estamos en disposición de dar uso comercial a las plantas que transforman la energía undimotriz en electricidad. Un impulso que merece la pena dar debido a las múltiples ventajas que tiene este tipo de energía.

En primer lugar, es limpia y segura, ya que no genera gases de efecto invernadero ni necesita ningún tipo de combustión. Además, es altamente eficiente debido a que el agua es más densa que el aire, motivo por el que genera más energía: por cada metro de altura de las olas se pueden obtener entre 20 y 40 kW.

Al tratarse de una tecnología que aprovecha la fuerza de las olas del mar, se puede instalar en un gran porcentaje de la superficie de nuestro planeta, ya que los mares ocupan más del 70 por ciento de la misma. En cuanto a nuestro país, España cuenta con una gran cantidad de aguas propias, algo que especialmente en el Cantábrico y el océano Atlántico se podría sacar partido.

Igualmente, esta podría suponer una solución viable para abastecer de electricidad a zonas de de difícil acceso, como islas o barcos, de manera que se aumentaría la eficiencia de la red eléctrica y se disminuirían los costes de transporte.