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Conforme las plantas florecen y se reproducen, emiten partículas de polen al aireEFE

Estas son las alergias más comunes en España durante la primavera

Son muchas las personas que han empezado a manifestar síntomas como la rinoconjuntivitis, muy habitual en esta época del año

Con la llegada de la primavera estacional el pasado 20 de marzo y la meteorológica a principios de mes comenzaron a aparecer los primeros síntomas de alergias respiratorias. El adelanto de la floración debido a las temperaturas anormalmente altas que hizo en algunas semanas del invierno hizo que estos vestigios empezasen ya fuera de temporada.

Un panorama que se prolongará ya hasta el mes de junio y que afectará a todos aquellos que tienen algún tipo de alergia respiratoria, un colectivo que aglutina al 25 por ciento de la población española.

Según afirman desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), cada vez más personas que no son alérgicas experimentan síntomas propios de las que padecen alergia. El asma, la rinitis alérgica y la conjuntivitis aparecen con más frecuencia y las previsiones son realmente alarmantes, ya que diversos estudios apuntan a que la mitad de la población mundial será alérgica para el año 2050.

Pero, ¿cuáles son los principales elementos que generan la alergia de los españoles? Una de las principales causas son varios tipos de polen que proliferan durante estos días, como gramíneas, pinos, olivos, chopos, plataneros, acederas, robles, cipreses o moreras. Conforme las plantas florecen y se reproducen, emiten partículas de polen al aire, las cuales pueden ser transportadas por el viento a largas distancias. En España, las gramíneas de crecimiento natural, que polinizan en mayo y junio, representan la principal causa de alergias durante la primavera.

Los síntomas dependen del individuo, pero suelen ser leves y de corta duración. Los más habituales son la rinoconjuntivitis, que incluye moco líquido, estornudos en salvas o rachas, congestión y picor nasal, así como picor de ojos, lagrimeo y enrojecimiento.

Según explican los alergólogos, el incremento generalizado de las temperaturas, combinado con la falta prolongada de lluvias, conlleva en el aumento de los niveles de contaminación ambiental. Como resultado, se produce un adelanto en el proceso de polinización de árboles y plantas antes de la llegada de la primavera. Esto deriva en una extensión de la temporada de alergias y una exacerbación de los síntomas asociados, tales como rinitis, estornudos, picazón nasal, lagrimeo y conjuntivitis.

Otras alergias habituales

A pesar de que la primavera es la época asociada tradicionalmente con las alergias debido precisamente al polen, existen otros tipos igualmente comunes que se dan durante todo el año. Es el caso de la alergia al pelo de los animales, que padecen hasta un 10 % de la población general, porcentaje que se eleva hasta el 20-30 % en caso de personas que ya tienen alergia al polen o a otras sustancias, o que tienen piel atópica.

Contrario a lo que comúnmente se cree, el pelo en sí mismo no es la causa de la alergia, sino las partículas de caspa que contienen alérgenos presentes en las secreciones de las glándulas sebáceas y salivares. Estas diminutas partículas pueden permanecer suspendidas en el aire durante períodos prolongados y, al ser inhaladas, pueden desencadenar los síntomas alérgicos.

Los ácaros del polvo también son otro foco de alergias en nuestro país, y es que son el segundo alérgeno respiratorio más frecuente después de los pólenes. Aunque están presentes durante todo el año, durante la primavera los síntomas tienden a intensificarse, ya que las condiciones de temperatura y humedad son más propicias para su proliferación.

Estos ácaros son diminutos insectos que generalmente habitan en el polvo doméstico. Con la llegada del buen tiempo, es común realizar limpiezas exhaustivas de alfombras y cortinas, lo que puede liberar ácaros del polvo acumulados durante el invierno. Los síntomas más comunes de la alergia a los ácaros del polvo, causados por la inflamación de las fosas nasales, incluyen estornudos, secreción nasal, ojos rojos, llorosos o con picor, congestión nasal, picazón en la nariz, paladar o garganta y tos.