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La Plaza de España de Sevilla, durante una de las últimas olas de calor

La Plaza de España de Sevilla, durante una de las últimas olas de calorEFE/Pepo Herrera

Los españoles, más adaptados a las altas temperaturas: «El riesgo de morir por olas de calor es menor que hace 20 años»

Los más vulnerables son los menores de un año y los mayores de 65

A pesar del empeño del Gobierno por imponer año tras año medidas para mitigar las olas de calor, lo cierto es que no todos los ciudadanos sufren los mismos efectos y cada vez se producen menos hospitalizaciones y muertes. Así lo ha determinado un nuevo estudio del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona, centro impulsado por la Fundación 'La Caixa', y el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia (Inserm).

En el estudio, publicado en la revista estadounidense Environmental Health Perspectives, han detectado que las causas de hospitalización «más notables» desde las olas de calor que han ido desarrollándose en España desde 2006, son las relacionadas con trastornos metabólicos y con la obesidad.

La investigación ha estimado las relaciones entre las temperaturas y las causas de los ingresos hospitalarios –pernoctar como mínimo una noche en el hospital–, así como la humedad relativa media diaria y las concentraciones en cada provincia de los contaminantes atmosféricos PM10, NO 2, O3 y PM2,5.

El investigador del ISGlobal Hicham Achebak ha afirmado en una atención a medios, organizada por SMC España, que el estudio es el «más exhaustivo» realizado hasta la fecha y demuestra que el calor tiene un impacto generalizado sobre las enfermedades.

Las patologías más afectadas por calor

Los resultados del estudio indican que el riesgo de hospitalización aumentaba en un 97,8 % en temperaturas estivales extremas en comparación con las temperaturas de confort en el caso de los trastornos metabólicos y obesidad, seguidos de la insuficiencia renal (77,7 %), la infección urinaria (74,6 %) y la sepsis o afección grave ante una infección bacteriana (54,3 %).

Achebak ha explicado que en condiciones de estrés térmico, el organismo activa la producción de sudor para regular la temperatura corporal y que, «en las personas con obesidad, las respuestas a la pérdida de calor funcionan con menos eficacia, ya que la grasa corporal actúa como aislante» haciéndolas más susceptibles a los trastornos por calor.

Además, ha destacado que los grupos de edad más vulnerables al calor y con mayor riesgo de ingreso hospitalario son los menores de un año y los mayores de 85 años, y ha dicho que han observado diferencias por sexo: los hombres mostraron un mayor riesgo de hospitalización por lesiones y las mujeres por enfermedades parasitarias, respiratorias, urinarias, endocrinas y metabólicas.

Achebak ha dicho que atribuyen estas diferencias a causas fisiológicas, como el hecho que las mujeres producen menos sudor, y a que «los hombres suelen desarrollar más trabajos al aire libre y conductas de riesgo».

Adaptación socioeconómica

También ha explicado que la población española ha experimentado una «adaptación socioeconómica» a las altas temperaturas con la mejora de los sistemas de aire condicionado o de calefacción y de los servicios sanitarios que contribuyen a que las personas sean menos vulnerables a las temperaturas.

Asimismo, el investigador ha aseverado en la rueda de prensa que el riesgo de morir por una temperatura extremadamente elevada o baja es «menor en 2024 que 20 años». La razón, ha explicado, no es que el organismo se haya adaptado fisiológicamente o termorregulado a los bruscos cambios de temperatura, sino que «nos hemos adaptado socioeconómicamente». Es decir, «la calefacción en los hogares, el aumento en la disponibilidad de aire acondicionado, así como mejoras en los servicios sanitarios, entre otros cambios a nivel socioeconómico y sociocultural, hace que seamos menos vulnerables a las temperaturas».

Por otro lado, ha añadido que las partículas en suspensión son el contaminante más crítico combinado con el calor, asegurando que el estudio ha detectado cómo «los días de alta contaminación atmosférica potenciaban el riesgo de hospitalización por trastornos metabólicos, obesidad y diabetes».

El investigador del ISGlobal Joan Ballester ha afirmado que, a raíz de los resultados del estudio, consideran que «los actuales sistemas de alerta temprana de calor-salud deberían activarse no sólo durante las olas de calor, sino también durante temperaturas extremas no persistentes».

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