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Un agricultor utiliza un fertilizante

Un agricultor utiliza un fertilizanteCedida

El fraude en fertilizantes y plaguicidas puede ocasionar «alarmas sanitarias sin precedentes»

Según la OSCE, la proporción de plaguicidas ilegales ha oscilado entre el 10 % y el 25 % en los últimos años, algo que no solo afecta a los alimentos de nuestra huerta, sino también a la leche y la carne

La falsificación de plaguicidas y fertilizantes representa «un problema global significativo, afectando incluso a aquellos cultivos que están bajo las regulaciones más estrictas», según advierten desde SICPA. La vasta cantidad y variedad de productos fitosanitarios vendidos anualmente en todo el mundo hacen que este sector sea atractivo para los falsificadores.

Aunque puede parecer que esta actividad fraudulenta tiene poca incidencia directa en nuestra agricultura, el impacto es mucho más grave. A través de pequeñas brechas en la cadena de valor alimentaria, pueden infiltrarse productos químicos no registrados o ilegales y pesticidas falsos sin componentes activos, lo que puede perjudicar la producción de alimentos sanos y de alta calidad.

Esta práctica ilegal no solo afecta a los alimentos de nuestra huerta, sino también a la leche y la carne, provenientes de ganado alimentado con cultivos contaminados. Además, la demanda mundial de productos agrícolas está creciendo para productos no alimentarios, como aceites, resinas, fibras, prendas de vestir y energía. Esto extiende el problema a la mesa en la que comemos e incluso a algunas de las prendas que llevamos puestas.

El Gobierno de España tuvo que otorgar ayudas económicas de 300 millones de euros a los agricultores el año pasado para mitigar la subida de precios de los fertilizantes, creando un caldo de cultivo perfecto para que proliferen las mafias de estos productos. En el último año, se han reportado casos de fabricación ilegal de fertilizantes para cannabis en Alicante, fraudes de ayudas europeas a través de COAG con ramificaciones en sus sedes autonómicas, y hasta la fabricación de un supuesto medicamento contra el cáncer utilizando fertilizantes agrícolas en Oviedo.

Según la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la proporción de plaguicidas ilegales ha oscilado entre el 10 % y el 25 % en los últimos años. Los países emergentes son especialmente vulnerables: en China y la India, los plaguicidas falsificados representan aproximadamente el 30 % del mercado, mientras que en África, la cifra es del 15 % al 20 %, con puntos críticos en Egipto y África Occidental, donde el 40 % de los agroquímicos son falsos.

Mejorar la trazabilidad de fertilizantes y plaguicidas es crucial para infundir confianza en la base de clientes y en toda la cadena alimentaria. Ejemplos recientes, como la alerta sanitaria por fresas de Marruecos contaminadas con Hepatitis A, subrayan la importancia de usar buenos fertilizantes y plaguicidas para asegurar productos libres de enfermedades.

El uso de medidas de seguridad contra la falsificación de plaguicidas permite a los agricultores demostrar que solo utilizan productos legales, otorgándoles una ventaja competitiva y evitando sanciones o la pérdida de subsidios. Las falsificaciones imitan cada vez mejor la apariencia de los productos originales, lo que facilita su compra inadvertida por distribuidores y agricultores, poniendo en riesgo la agricultura sostenible, la salud del consumidor y el medio ambiente.

Los agricultores desempeñan un papel crucial en la prevención de la propagación de plaguicidas ilegales en la Unión Europea. No obstante, para implementar un sistema de defensa efectivo se requiere la estrecha cooperación de autoridades, aduanas y policía, así como de los organismos encargados de hacer cumplir la ley. SICPA recuerda que dispone de herramientas eficaces para luchar contra la falsificación de productos fitosanitarios, protegiendo la trazabilidad de los productos legítimos y haciéndolos inviolables.

El desarrollo de un nuevo pesticida suele requerir diez años de estudio, ensayos y cientos de millones de euros de inversión, implicando un riguroso proceso de pruebas y autorización. Este esfuerzo merece protección. Sin embargo, las prácticas actuales para verificar la autenticidad de los insumos agroquímicos son deficientes y solo algunas utilizan tecnologías modernas.

Para acabar con las falsificaciones y aumentar la visibilidad de los canales de distribución, SICPA ofrece etiquetas de seguridad equipadas con medidas visibles, invisibles, un código QR, tinta raspable combinada con SMS y troqueles. Estos elementos de seguridad generan, comentan, confianza en los agricultores, quienes prefieren utilizar fertilizantes con etiquetas de seguridad verificables. Además, algunos propietarios de marcas utilizan los códigos de SICPA para actividades promocionales, lo que refuerza aún más la confianza en estos productos.

La adopción de estas medidas de seguridad es fundamental para proteger la salud pública, garantizar la calidad de los alimentos y mantener la sostenibilidad de la agricultura global.

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