Este es el motivo por el que muchas ciudades están optando por poner luces rojas en sus farolas
Algunos municipios de países nórdicos como Suecia o Dinamarca ya han optado por sustituir sus focos cálidos o blancos por unos rojos
Lo habitual es que en la mayoría de ciudades, al llegar el ocaso, un despliegue de farolas, focos y otras formas de generar luz se enciendan para que sus habitantes puedan continuar con sus vidas aun sin la presencia de luz natural.
Estas farolas tienden a tener colores cálidos, aunque desde la entrada de las luces LED algunas urbes han mutado hacia unos colores más blanquecinos. Sin embargo, hay algunas que han sorprendido en los últimos años al instalar luces de color rojo que tiñen los municipios de un tono cuando menos llamativo, pero tiene una explicación científica y ecológica.
La contaminación lumínica generada por la iluminación artificial es una de las principales preocupaciones para las organizaciones de salud y conservación del medio ambiente, ya que afecta negativamente a la biodiversidad, al clima y al ritmo circadiano de las personas. Para mitigar este impacto, algunas ciudades –sobre todo de países nórdicos como Suecia y Dinamarca– han optado por reemplazar las bombillas tradicionales por luces rojas de bajo consumo. La luz roja, con su longitud de onda más larga y menor energía, produce menos deslumbramiento e interferencia con el cielo nocturno. Además, afecta menos a la melatonina y al sueño, ya que se asemeja más a la luz natural del atardecer.
Ejemplos de ciudades que han adoptado esta medida incluyen Tromsø y Trondheim en Noruega, Reikiavik en Islandia y Davis en California. Estas ciudades, situadas en latitudes altas donde las noches son muy largas en invierno, buscan crear un ambiente más apto para el bienestar psicológico y social de sus habitantes. Con las luces rojas, se pretende mejorar el estado de ánimo y la calidad del sueño de los residentes.
Algunos estudios han demostrado que las luces blancas pueden atraer o repeler a los insectos, aves o murciélagos, alterando sus hábitos alimenticios, reproductivos o migratorios. En contraste, las luces rojas tienen un efecto más neutro y menos invasivo sobre estos animales.
Este cambio hacia luces más rojas en las calles de algunas ciudades está demostrando ser una estrategia eficaz para combatir la contaminación lumínica y sus consecuencias negativas. Esta iniciativa innovadora y sostenible busca mejorar la calidad de vida urbana, preservando al mismo tiempo una iluminación pública adecuada. Al adoptar esta medida, las ciudades no solo protegen el medio ambiente, sino que también promueven la salud y el bienestar de sus habitantes y de la vida silvestre local.