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Imagen de una costa del mar MuertoEFE

El punto más bajo de la Tierra, en peligro: el mar Muerto pierde 1,20 metros de su nivel cada año

Se trata de una masa de agua en medio del desierto y constituye el punto topográfico más bajo del planeta Tierra, 435 metros bajo el nivel del mar

Las curiosidades del planeta Tierra son innumerables. Datos y lugares que son únicos o extraños y que demuestran la enorme diversidad biológica, geológica o climática, entre otros muchos aspectos, existente en el mundo. En otras ocasiones hemos hablado, por ejemplo, de las poblaciones más altas de España o de algún hecho llamativo de la historia, como que el mar Mediterráneo se secó casi por completo y se volvió a rellenar de agua en tan solo unos meses.

Pero, en este caso, vamos a explicar cuál es el punto topográficamente más bajo de la superficie de la Tierra. Tal y como explican desde el Instituto de Geociencias (IGEO) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ese lugar es el mar Muerto, una espectacular masa de agua en pleno desierto, entre Israel, la parte cisjordana de Palestina y Jordania, bordeado en su parte oeste de unos abruptos acantilados.

En concreto, el punto más bajo del planeta se sitúa a 435 metros bajo el nivel del mar, aunque en realidad se trata de un lago endorreico, es decir, que no evacúa cantidades significativas de agua ni a través de desagües superficiales ni mediante infiltración en el suelo. En su lugar, toda el agua que recibe de su cuenca hidrográfica se pierde por evaporación en su superficie.

Pero, ¿a qué se debe esa situación topográficamente deprimida? Según explican desde el IGEO, esto es consecuencia de la situación tectónica regional en la que se encuentra, en concreto entre las placas africana y nubia-arábica.

Además de la altitud a la que se encuentra, el mar Muerto también es conocido por su alta concentración de sal. En concreto, se alcanzan valores de más del 30 %, mientras que la media de los océanos del mundo es del 3,5 %. Esto hace que las personas que se bañan en este lago endorreico no se hundan debido a la diferencia de densidad.

Una joya medioambiental en peligro

Esta curiosa maravilla del medio ambiente se encuentra en retroceso, y es que ha perdido un tercio de su superficie desde la década de 1960. Cada año, sus aguas retroceden aproximadamente un 1,20 metros, dejando a su paso un paisaje similar a la superficie lunar: una tierra blanqueada por la sal y salpicada de grandes agujeros. Esto se debe, entre otros factores, a la extracción de agua del río Jordán, uno de sus principales aportes de agua.

A medida que el agua salada retrocede, deja capas subterráneas de sal. Cuando llueve, el agua dulce se infiltra y disuelve esas capas, lo que provoca que la tierra que las cubre, al quedar sin soporte, se hunda y forme dolinas. Las dolinas no son más que unos cráteres que pueden formarse en una fracción de segundo y superar los diez metros de profundidad, se han multiplicado en los últimos veinte años a orillas del lago.

Para Gidon Bromberg, director de la ONG Ecopeace en Israel, las dolinas son una «revancha de la naturaleza» por las «acciones inapropiadas del ser humano». «No conseguiremos devolver el mar Muerto a su época dorada, pero pedimos que, por lo menos, su nivel se estabilice», señaló Bromberg. Su organización, formada por científicos jordanos, palestinos e israelíes, defiende que se aumente la desalinización del Mediterráneo para rebajar la presión sobre el mar de Galilea y el Jordán, que podrían alimentar el mar Muerto. También quiere que se «responsabilice» a la industria y se la obligue a pagar más impuestos.

Para intentar frenar esta masacre, los países que lo comparten tratan de ponerse de acuerdo para conservarlo. Algo complicado debido al clima de tensión en la zona, que se ha visto incrementado en los últimos meses debido a la guerra entre Israel y Hamás, que ahora también se ha expandido a otros países limítrofes como Irán o el Líbano.

La realidad es que, según los científicos, el mar Muerto tiene un futuro complicado. Su declive es inevitable al menos durante los próximos 100 años, por lo que las dolinas seguirán apareciendo.