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Tronco de cedro rojo de 3.775 años

Tronco de cedro rojo de 3.775 añosUniversidad de Maryland

Un tronco de 3.800 años podría tener la clave para la solución climática

Los esfuerzos por detener la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera están en la mesa de todos los países del mundo. Una transición a una producción energética limpia es el primer paso, pero los científicos buscan otras medidas que podrían contribuir a la mejora del estado del planeta.

La revista Science sugería una nueva estrategia natural para abordar esta situación que parte de un tronco viejo. Y es que un equipo de investigadores analizó un tronco de 3.775 años de antigüedad, así como el suelo en el que estaba enterrado. El análisis fue, cuanto menos, sorprendente.

El tronco había perdido menos del 5 % de dióxido de carbono de su estado original gracias al suelo arcilloso de baja permeabilidad que lo cubría. Según los científicos, la madera analizada estaba en tan buen estado que se podría hacer «un mueble con ella», puesto que estaba «bonita y sólida».

Bóveda de madera

La plantación de árboles se ha utilizado como un método que, a priori, reduce las condiciones adversas asociadas al cambio del clima. Sin embargo, cuando estos mueren emiten gas de efecto invernadero a la atmósfera. Por ello, este tronco milenario podría abrir la puerta a una nueva alternativa.

Los expertos tienen que entender ahora cuáles han sido los factores ambientales que han mantenido ese tronco en perfecto estado para perfeccionar una solución climática emergente conocida como bóveda de madera, por la cual la madera que no es comercialmente viable –como árboles destruidos por enfermedades o incendios forestales, muebles viejos o materiales de construcción sin usar– se entierra y se detiene su descomposición.

Fue en el año 2013, mientras cavaban una zanja para enterrar madera fresca, cuando Ning Zeng, profesor de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Maryland, y otros investigadores vieron el tronco milenario a unos dos metros por debajo de la superficie.

Aunque investigaciones anteriores habían examinado madera preservada, rara vez se enfocaron en las condiciones del suelo circundante. «Hay evidencia geológica y arqueológica de madera preservada desde hace cientos a millones de años, pero esos estudios no buscaban diseñar una forma de preservar la madera intencionalmente. El desafío de un nuevo experimento es que no podemos esperar 100 años para obtener resultados», explicó Zeng.

Tras la excavación en Quebec, los colaboradores de la Universidad de Maryland (UMD) en Montreal realizaron una datación por carbono para establecer que el tronco tenía 3.775 años. En 2021, el profesor Liangbing Hu, de la UMD, ayudó a analizar su estructura microscópica y química. Al compararlo con un tronco recién cortado, descubrieron que el cedro antiguo había perdido muy poco dióxido de carbono.

El suelo arcilloso que rodeaba el tronco fue clave para su conservación, pues tenía baja permeabilidad, lo que limitaba la entrada de oxígeno y mantenía alejados a los hongos e insectos. Este tipo de suelo es común, lo que sugiere que las bóvedas de madera podrían ser una solución viable y económica para el almacenamiento de carbono.

Zeng espera que, junto con otras estrategias para reducir las emisiones de gases, las bóvedas de madera puedan contribuir a combatir el cambio climático. «Es un descubrimiento emocionante», afirmó.

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