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Imagen del Parque Nacional de YellowstoneAFP

Así es el volcán de Yellowstone que destruirá Norteamérica cuando entre en erupción

Tal como establece una investigación publicada en la revista Nature, la parte noreste del parque sería la que más posibilidades tendría de sufrir las erupciones de este supervolcán

El supervolcán de Yellowstone, ubicado en Estados Unidos, es una de las mayores amenazas geológicas conocidas en el mundo. Con una caldera de aproximadamente 70 por 45 kilómetros, es el mayor supervolcán del planeta, y una eventual erupción tendría consecuencias devastadoras. Este coloso ha entrado en erupción tres veces en los últimos dos millones de años, siendo la más reciente hace unos 600.000 años.

Actualmente, un complejo sistema de monitoreo con decenas de estaciones sísmicas opera día y noche para detectar señales que pudieran anticipar una nueva erupción. Sin embargo, los expertos reconocen que, aunque no es posible predecir con exactitud el momento, geológicamente hablando, podría no estar tan lejana. La gran incógnita sigue siendo el «cuándo».

Tal como establece una investigación publicada en la revista Nature, la parte nordeste del parque sería la que más posibilidades tendría de sufrir las erupciones de este supervolcán. Sin embargo, tal como ha establecido Ninfa Bennington, autora principal del estudio, este suceso no tendría lugar hasta dentro de miles de años.

Las simulaciones realizadas por las autoridades pintan un panorama desalentador ante una posible activación del supervolcán. La violencia de sus erupciones anteriores sugiere que las personas dentro de un radio de 1.000 kilómetros perecerían debido a la explosión inicial y la lluvia de cenizas. Estas cenizas serían tan densas y se elevarían a tal altura que bloquearían la luz solar, lo que provocaría un enfriamiento global de hasta 10 grados durante aproximadamente una década.

En este escenario, Norteamérica se convertiría en un lugar inhabitable, lo que obligaría a migraciones masivas. Este movimiento a gran escala impactaría de manera profunda y duradera en la economía y en la estabilidad social mundial, con consecuencias sin precedentes.

¿El fin de la humanidad?

El impacto potencial de una supererupción en Yellowstone ha llevado a algunas organizaciones, incluida la ONU, a considerarlo como un posible desencadenante de un colapso global. Las hambrunas provocadas por la destrucción de cultivos y la alteración del clima serían devastadoras. Sin embargo, el Observatorio del Volcán de Yellowstone ha señalado recientemente que, aunque las secuelas serían graves, no representarían necesariamente el fin de la humanidad.

Los científicos argumentan que la humanidad ya ha sobrevivido a erupciones de magnitudes similares en el pasado. Ejemplos de esto son las supererupciones de Toba, en Indonesia, hace unos 74.000 años, y la de Taupo, en Nueva Zelanda, hace 26.500 años. Ambas tuvieron impactos significativos en el medio ambiente, alteraron permanentemente los paisajes circundantes y afectaron el clima global, pero los registros indican que no causaron la extinción de los homínidos. Estos antecedentes dan un margen de esperanza ante el potencial de recuperación humana frente a catástrofes de esta escala.

Esfuerzos para mitigar el riesgo

A pesar de la incertidumbre sobre el momento exacto de una erupción, las autoridades llevan años explorando formas de mitigar o incluso prevenir un evento catastrófico en Yellowstone. Entre las ideas propuestas se incluyen la perforación en la caldera para liberar presión y el enfriamiento del magma mediante la inyección de agua. Sin embargo, estas opciones presentan serios desafíos técnicos, son extremadamente costosas y podrían conllevar riesgos adicionales, como la activación accidental de una erupción.

Por ahora, la mejor estrategia sigue siendo la vigilancia constante y la preparación para los posibles impactos de un evento de esta magnitud. Aunque las posibilidades de una erupción en el futuro cercano son bajas, los científicos continúan estudiando este supervolcán para comprender mejor su dinámica y desarrollar medidas más efectivas de mitigación.