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Facebook se apaga mientras Meta se desangra en bolsa

Facebook se apaga mientras Meta se desangra en bolsa

Redes sociales

Facebook, la red social 'viejuna' que no tiene quien le escriba

Los números aseguran crecimiento, pero la realidad es otra muy distinta

Mark Zuckerberg vive momentos complicados al frente de la red social que puso en marcha en 2004 y que ha revolucionado la sociedad. Fue el primero en llegar, pegó más fuerte, ganó dinero y creó un imperio que ha exprimido hasta el último céntimo.

El negocio se apaga porque la competencia es feroz, pero también es mejor y ofrece a las nuevas generaciones eso que Facebook ya no puede darles. Incluso Instagram se agarra a las innovaciones de TikTok para sobrevivir en otra generación que también se agota.

Meta no funciona

Si nos atenemos a los números, Meta no funciona. Tras conocerse esta semana el descalabro de resultados en el tercer trimestre, su acción perdió el 24,56 % para quedar en su nivel más bajo desde enero de 2016. En un año, el grupo de Menlo Park perdió casi 600.000 millones de dólares de capitalización bursátil.

Los otros números, los de usuarios, son más halagüeños, pero extraños. Algo no cuadra en la cabeza de Zuckerberg que ve como acumula en Facebook 2.910 millones de usuarios en 2022, en 2021 la cifra era de 2.740 y ya era un 11,8 % mayor que en 2020.

Por detrás llega YouTube, de Google, con 2.562, después WhatsApp (Meta) con 2.000, Instagram (Meta) 1.478, WeChat con 1.263 usuarios en su gran mayoría asiáticos y ya aparece TikTok con 1.100 millones de generación 'z' y de la 'y'.

Estas cifras ya no engañan a nadie. El negocio de Facebook se agota y solo WhatsApp puede mantener el tipo porque la gente no se atreve a dar el paso a otros sistemas de mensajería mejores y más seguros.

Facebook en 2022

Ahora Facebook es una enredadera de anuncios, jueguecitos de cuñados granjeros, confusas políticas de privacidad y perfiles abandonados que te hacen desistir al segundo clic de cualquier cosa que busques.

Las cuentas crecen porque es un peaje que se debe pagar para acceder a otros servicios o para entrar en la parte profesional e intentar que el negocio local tenga un escaparate mundial.

Otra encrucijada de caminos porque la sobreconexión con Instagram hace que sea imposible publicar una tienda con productos de una manera sencilla, que la atención al público no se limite a reacciones estandarizadas de personas en una oficina al otro lado del mundo que no empatizan con el usuario. Y en el colmo de todo esto, cursos de 100 euros para obtener un diploma expedido por Facebook por saber vender en sus espacios.

Suponiendo que haya alguien en Facebook haciendo lo mismo que hace 17 años, ahora tiene que someterse a un entorno consumista, a posts que esconden publicidad, enlaces a webs rústicas que viven del clic a base de enseñar memes o tiene que ver fotos de baja calidad que siguen subiendo los mayores de 50 años que habitan todavía por allí.

Granjas vacías

Las aplicaciones de juegos que pegaban fuerte hace 10 años siguen molestando en una esquina porque alguien se ha olvidado de alimentar a los animales de su granja. Hay eco en los grupos de intereses porque ya no interesan. El marketplace intenta venderte el sillín de una bici usada o una nave rústica en un pueblo de Valencia. ¿Alguien compra algo por Facebook? Eventos, Messenger, listas de amigos, tiempo, salud emocional, Facebook Pay, vídeos en directo, respuesta ante emergencias, Oculus, recuerdos, y hasta consejos para la covid… Todo esto quiere ser Facebook. Una máquina de entretener que estresa y aburre.

Incluso los medios de comunicación desisten de tener presencia en Facebook y alimentan más y mejores canales mucho más eficientes como Telegram aunque tengan una comunidad mucho menor.

Facebook corre el mismo peligro que Tuenti, reconvertida una y mil veces hasta que fue apuntillada hace unos meses por Telefónica. Solo había un motivo muy valioso para mantenerla con vida: los 15 millones de usuarios que llegó a tener en 2013.

Ley de vida

La ley de la vida es la que ha enterrado Facebook. Lo dicen los datos de la última encuesta realizada por Hootsuite. El 18,9 % de los hombres y el 19,2 % de las mujeres entre 55 y 64 años son los que más interés muestran en Facebook. La cifra cae hasta el 11,1 % de los hombres y 7,3 % de las mujeres de 16 a 24 años que muestran algún interés por esta red social.

Los escándalos de privacidad tampoco han mejorado su imagen. Vivir de la publicidad puede llevar a querer saber demasiado de los usuarios y a invadir entornos inviolables que hasta el Senado de Estados Unidos le han reprochado a Zuckerberg.

Sin retorno

No hay vuelta atrás, tampoco lo que hay delante es mejor. La apuesta por el metaverso no fructifica, los 10.000 puestos de trabajo prometidos se diluyen y ese mundo virtual está vacío. Apple prefiere no llamarlo así porque cree que la gente no lo va a entender.

Nunca el futuro de Meta fue más incierto. Crecer sobre una red social que alimentaba a una generación y no atender al resto a tiempo les ha dejado solos.

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