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Los radiocasetes de cinta todavía se venden en algunas tiendasCR

Testigo directo

Casetes, mantas o despertadores, la tecnología de ayer que todavía se vende hoy

Hay tiendas que resisten el paso del tiempo y continúan dando salida a la primera tecnología del siglo XX

A las tiendas de la calle Alcalá de Madrid todavía entra gente que es capaz de pagar 30 euros por una manta eléctrica, 39 euros por un casete o 35 por una radio de Grundig. Es la tecnología de los años 80, la que nos introducía en una nueva era donde películas como Regreso al Futuro nos transportaban a un emocionante siglo XXI repleto de coches voladores y zapatillas inteligentes que nunca llegó.

Los despertadores con alarma son un éxito de ventasCR

Esos comercios se hacen fuertes en medio de un sector que ya gira hacia la segunda mano de la nueva tecnología. Inmigrantes que dedican sus negocios a reparar móviles, impresoras, ordenadores…

Producto nacional

Pero el producto nacional de la tecnología se resiste a dejar de dar respaldo a las generaciones de veteranos que crecieron con un transistor escuchando a García o que descubrieron que podían disfrutar la misma cinta de Mocedades que llevan en el coche, en un casete. Incluso podían evitar molestar con su música gracias a unos auriculares de espuma que se clavaban en el alma y que no entendían de la cancelación de ruido ni del audio espacial.

Las personas mayores compran todavía radios analógicasCR

Entrar en una de esas tiendas de la calle Alcalá del número 300 en adelante es transportarse a vivir con la familia Alcántara. A decirle a Juan, el dueño de una de ellas, «Cuéntame cómo te ha ido... desde los años 70 hasta 2022».

Porque todo lo que puede vender por unos 100 euros lo ofrece un móvil en apenas 7 pulgadas y ahí sigue, ofreciendo marcas como Aiwa, Daewoo, Sony, Sangean, Grundig o Muse a los mayores que tienen clara una cosa, muy clara «aquí los viejos compran lo mismo que se les ha roto, no quieren novedades, tiene que ser lo mismo o me ponen mala cara».

Manta eléctrica

Son los mismos 'viejos' de siempre, incluso el propio Juan le saca algunos años a algún cliente, pero son sus clientes y hay que darles servicios hasta el final.

Sorprende que una manta eléctrica se venda por 30 euros cuando en Amazon te la llevan a casa por 18. «¿Y a mi qué más me da lo que haga Amazon? Si mis clientes no tienen cuenta ni saben lo que es eso. Ellos vienen aquí, me pagan su manta eléctrica y la usan para aliviar sus dolores».

Manta eléctrica de 100w a 29,99 eurosCR

El negocio de Juan se agota, pero no le importa. Sus hijos no han seguido sus pasos, aunque hay uno de ellos que quiere darle una vuelta a la tienda. «Es complicado hacer de esta tienda otra cosa que no ofrezcan ya los comercios de alrededor», confiesa, «cuando mis clientes no estén, poco se puede ofrecer ya».

Discman a 60 euros

La tecnología de este tipo de tiendas parece no romperse nunca. Sigue en pie un discman mp3 de Grundig de 60 euros del que ya no saben nada ni en la propia compañía. Igual que la radio digital de Daewoo de 35 euros o el radiocasete con grabador de Muse que cuesta 35 euros.

«Las planchas y los despertadores son otro buen negocio», explica Juan. Las mujeres de la zona o quienes ayudan en casa a esta población de mayores que habita Quintana y Pueblo Nuevo, tampoco se fían de las novedades de El Corte Inglés y pagan 50 euros por el mismo modelo de plancha una y otra vez. «A veces les digo que traigan la rota, porque no está rota, es que no saben utilizar la rueda del vapor», asume Juan, «les ayudo, no vendo una nueva por vender, eso no se hace».

Las planchas son uno de los productos más vendidos junto a los despertadoresCR

Pagar 10 o 12 euros por un despertador también parece imposible cuando vivimos rodeados de relojes inteligentes, móviles encendidos en las mesillas de noche, altavoces inteligentes… «vendo bastantes, hay mucha gente mayor que ni sabe dónde tiene el móvil, lo pierde durante días, como para estar pendiente de usarlo como despertador».

La Navidad no es lo que era en esta zona de Madrid, el tramo de la calle Alcalá que desemboca en el centro comercial Alcalá Norte fue como la calle Preciados en los años 80. Un hervidero de compras y regalos con luces y niños paseando. Hoy esos niños no cumplen 70 años, pero tienen la misma ilusión por la tecnología, por su tecnología.