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Ilustración que representa la inteligencia artificialPixabay

¿Digitalizar la Unión Europea? Los expertos advierten sobre los peligros de la Inteligencia Artificial

Figuras como Rod Dreher y Miklos Lukasc avisaron sobre el impacto de la IA en la cultura y la educación, durante un foro de The European Conservative

La Comisión Europea está decidida a hacer de esta próxima década la «Década Digital» de Europa. Su enfoque es fortalecer la soberanía digital europea y establecer sus propios estándares respecto a las nuevas tecnologías.

Desde 2018, la Unión Europea ha enfocado esfuerzos en la Inteligencia Artificial (IA) como parte fundamental de su agenda de digitalización. Según las actualizaciones de la Comisión Europea, el bloque ha ido trazando un camino claro con hitos y estrategias para posicionarse en el ámbito de la IA.

En abril de 2021, presentó su paquete sobre IA, marcando un paso importante al incluir propuestas regulatorias y coordinación entre los estados miembros. Este enfoque no solo busca impulsar la innovación, sino también asegurar que la tecnología sea de confianza y centrada en el bienestar humano.

De cara al futuro, la UE tiene planes ambiciosos en cuanto a la inversión en IA. Los programas Horizon Europe y Digital Europe, por ejemplo, reflejan la intención de invertir hasta mil millones de euros anuales en este campo. Además, se están planteando marcos legales y regulativos para asegurar que el desarrollo de la IA sea tanto seguro como ético.

Sin embargo, a medida que la Unión Europea abraza con entusiasmo la digitalización como respuesta a muchos de sus desafíos, surgen voces de alarma por el rápido avance de la Inteligencia Artificial: la IA mal regulada puede comprometer la privacidad de los datos y amplificar sesgos preexistentes en sistemas automatizados, por ejemplo.

Por ello, The European Conservative celebró un evento titulado ‘¿Poder o Progreso? Descodificando la Era Digital’ en Bruselas, donde una serie de expertos advirtieron sobre el impacto que la IA puede tener en aspectos clave para la sociedad, como lo son la cultura y la educación.

La IA y la cultura

En medio del vertiginoso avance de la Inteligencia Artificial (IA) y la tecnología, la cultura se encuentra en la encrucijada de la transformación. Para algunos, como Lewis Norman, investigador en el think-tank belga Mathias Corvinus Collegium, la IA «no es una amenaza para el futuro de la cultura, pero nuestra creencia de que lo es sí lo es».

Se refiere en particular al Generative AI, programa que abarca desde la creación de imágenes a partir de texto, hasta la generación de un discurso humano natural, como el ChatGPT. No es una mera repetición de arte existente; es algo completamente nuevo y a veces inquietante.

Este enfoque novedoso se materializó en 2015 gracias a investigadores de Stanford y Berkeley, quienes desarrollaron modelos de difusión capaces de crear imágenes a partir de texto. Estas innovaciones pueden explorar vastas bases de datos y emular el proceso de atención humano.

Sin embargo, según Lewis, la clave es comprender que las creaciones de la IA no son producto de la creatividad en el sentido humano. No hay intencionalidad detrás de ellas, ni agencia, ni un intento de comprender los parámetros contra los que están trabajando. Como lo expresó Ada Lovelace en una cita histórica, sobre los primeros ordenadores, «No pretende originar nada. Su promesa es ayudarnos con lo que necesitamos». La IA no reemplaza la creatividad humana, sino que la complementa.

En una perspectiva mucho menos optimista, Miklos Lukasc, profesor en la Universidad de San Martín de Porres, en Perú, instó a reflexionar sobre dónde nos ubicamos en este panorama tecnológico que no deja de evolucionar.

Históricamente, la innovación y el cambio tecnológico han dado forma a nuevos sistemas económicos, como el ejemplo de la máquina de vapor. Sin embargo, Lukasc plantea la cuestión crucial de que la automatización de la toma de decisiones humanas, uno de los peligros potenciales de la IA, podría amenazar la naturaleza humana misma.

La idea del progreso, argumentó Lukasc, fue adoptada de la religión y reemplazó a Dios con el concepto de avance humano. Pero, al humanizar la tecnología y los animales, se plantea un dilema moral que podría degradar la humanidad.

¿Estamos asumiendo la moralidad de los objetos y reconociendo que pueden pensar por sí mismos? «¿Qué será de nuestra cultura si dejamos de ser seres humanos con nombres y pensamos en términos de sistemas que nos igualan a animales y máquinas?», preguntó Lukasc.

El periodista Rod Dreher, autor de ‘La Opción Benedictina’, destacó que la autocensura de la IA, a pesar de presentarse como neutral, plantea preocupaciones sobre la «tecnología totalitaria» que busca controlar el pensamiento. La cultura digital, con su facilidad y comodidad, puede borrar nuestra memoria y forma, perjudicando la verdadera cultura humana.

La tecnología puede ofrecer una ilusión de autonomía, pero también puede distorsionar nuestra percepción de la realidad. La falta de experiencia directa en algunas verdades, que solo se pueden experimentar, podría ser suplantada por la IA, lo que nos alejaría de nuestra humanidad, según Dreher.

Educación digitalizada

En el ámbito educativo, la influencia de la tecnología es innegable y está generando un profundo impacto en la forma en que aprendemos y enseñamos.

Durante un el segundo panel de discusión, que contó con la participación de Antonio Alonso, profesor de la Universidad CEU San Pablo, e Isabela Sagastuy, que enseña en la Universidad Francisco Marroquín, se abordaron temas cruciales relacionados con la educación en la era digital.

Alonso señaló que las pantallas están reconfigurando los cerebros de los jóvenes, creando adicciones y acortando su capacidad de atención.

Para él, es esencial que los educadores fomenten la capacidad de hacer las preguntas adecuadas y promuevan el pensamiento crítico. El abuso de la tecnología puede resultar en una pérdida de empatía en la educación, lo que a su vez puede generar un refuerzo negativo.

Además, planteó la pregunta fundamental: «¿Qué tipo de conocimiento estamos impartiendo en nuestras universidades? ¿Estamos contribuyendo a mejorar la humanidad o simplemente entregando contenido? Si es lo último, corremos el riesgo de convertirnos en máquinas», argumentó.

Sagastuy, por su parte, señaló que la tecnología está llevando a los estudiantes a cuestionar el papel del maestro en el aula.

La educación ha estado quebrada durante años, ya que nos hemos acostumbrado a que los profesores sean los únicos proveedores de educación, lo que impide que los estudiantes piensen o generen sus propias ideas.

Sin embargo, también vio un aspecto positivo: el uso de la tecnología puede devolvernos a enfoques más interactivos, participativos y socráticos en la educación, especialmente después de la fatiga tecnológica experimentada durante la pandemia.

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