La curiosa historia de Harald Blåtand, el rey cristiano que dio nombre al Bluetooth
Este rey vikingo del siglo X con un diente azulado y un corazón cristiano unificó Dinamarca y Noruega y su nombre se ha asociado a una de las innovaciones tecnológicas más útiles
Esta semana hemos conocido que el Bluetooth se actualizará en unas semanas a la versión 6.0. Pero detrás de este término se esconde una historia antigua, protagonizada por un rey vikingo del siglo X Harald Blåtand, o Harald Diente Azul, un monarca que unificó Dinamarca y Noruega bajo el cristianismo, y cuya vida está conectada a una de las invenciones tecnológicas más utilizadas hoy en día.
Un rey con un «diente azul»
El reinado de Harald Blåtand abarcó desde aproximadamente el año 958 hasta su muerte en 986, fue uno de los gobernantes más destacados de la historia escandinava. Nació en una época de luchas constantes entre clanes vikingos, por lo que Harald es recordado como el rey que consolidó el reino de Dinamarca y Noruega y que introdujo el cristianismo en estas tierras y puso el fin a la era vikinga pagana.
El apodo «Blåtand» ha sido objeto de debate entre los historiadores. Traducido literalmente, significa «Diente Azul» en danés. Una teoría sugiere que el rey pudo haber tenido un diente oscurecido o dañado, lo que le habría dado un tono azulado o gris. Otros historiadores consideran que el término podría haber tenido un significado simbólico o poético, relacionado con su poder o habilidades diplomáticas.
El unificador de reinos
A lo largo de su vida, Harald Blåtand fue reconocido no solo por su habilidad militar, sino también por su capacidad para unir a facciones rivales y consolidar un reino más fuerte y estable. Durante su reinado, llevó a cabo muchas campañas para expandir su territorio y llegó a controlar gran parte de lo que hoy es Dinamarca, el sur de Suecia y parte de Noruega.
Construyó iglesias y promovió la fe cristiana, marcando el inicio de la cristianización de los territorios vikingos
Sin embargo, lo que realmente distingue a Harald de otros reyes vikingos fue su conversión al cristianismo, un hecho que cambió profundamente la historia escandinava. A través de esta decisión, Harald buscaba fortalecer su posición política y diplomática para establecer lazos con los poderes cristianos de Europa. Construyó iglesias y promovió la fe cristiana, marcando el inicio de la cristianización de los territorios vikingos.
¿Qué tiene que ver con Bluetooth?
La conexión entre este antiguo rey vikingo y el Bluetooth se remonta a finales de la década de 1990, cuando un consorcio de empresas tecnológicas, entre ellas Ericsson, Intel y Nokia, trabajaba en desarrollar un estándar para conectar dispositivos de forma inalámbrica. Jim Kardach, uno de los ingenieros involucrados en el proyecto, sugirió el nombre «Bluetooth» como una referencia a Harald Blåtand.
Kardach se inspiró en la historia del rey vikingo porque, al igual que Harald unificó varias regiones y religiones bajo su mandato, esta nueva tecnología estaba destinada a unificar diferentes dispositivos electrónicos bajo un solo estándar de comunicación inalámbrica. Así, el nombre de un rey medieval, conocido por unir tierras y pueblos, pasó a dar nombre una tecnología que conecta dispositivos pleno siglo XXI.
El legado de Harald Blåtand
Cuando conectamos un teléfono a unos auriculares o sincronizamos un smartwatch, lo hacemos bajo el nombre de un rey vikingo que vivió hace más de mil años. El símbolo del Bluetooth, incluso, está inspirado en las runas nórdicas que representan las letras H y B, las iniciales de Harald Blåtand en el alfabeto rúnico.
El legado de Harald es doble. En su tiempo, fue un líder que dejó su huella en la historia europea al promover la unidad y la cristianización de Escandinavia. Siglos después, su nombre se utiliza en cada conexión inalámbrica para recordar que la historia y la tecnología están entrelazadas en la vida de este personaje histórico
El símbolo del Bluetooth está inspirado en las runas nórdicas que representan las letras H y B,
En cada pequeña conexión que hacemos hoy, hay un eco de ese rey vikingo que, con un diente azulado y un corazón cristiano, unió reinos y dejó una marca que sobrevive en el mundo moderno.