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Musk entró en la sede de Twitter en San Francisco con un lavabo en la mano

La izquierda que secuestró Twitter huye 700 días después de que Musk liberara la red social

Algunos medios anuncian que dejarán de publicar en X y culpan a la plataforma de «dar forma al discurso político» de Trump y de ser una «caja de resonancia» de teorías de la conspiración

Han pasado 748 días desde que Elon Musk entrara en la sede de Twitter con un lavabo en las manos. Ese 28 de octubre de 2022 se inició la liberación de la red social, como el propio magnate anunció. El terremoto que causaron aquellos 44.000 millones de dólares tuvo muchas consecuencias porque nadie entendía el motivo de esa compra, deficitaria a todas luces, por un tipo acostumbrado a ganar siempre.

Ahora, la victoria incontestable de Trump y su regreso a la presidencia de Estados Unidos ha servido para que medios de izquierdas como el británico The Guardian o el español La Vanguardia hagan ruido anunciando que no volverán a poner un post con sus contenidos en su cuenta de X.

Aunque la plataforma se ha devaluado en estos dos años, no parece que eso preocupe a Musk, que ha pasado demasiado tiempo buscando responsables que fijen el rumbo de X, el nuevo nombre de la plataforma. El último movimiento es la llegada del consultor estadounidense Mahmoud Reza Banki como director financiero. En junio de 2023, Musk nombró a Linda Yaccarino como la nueva directora ejecutiva de la red y en septiembre Angela Zepeda, exdirectora de marketing de Hyundai Motor America, se hizo con el control del equipo de marketing de X.

Wokismo

Musk abrió las puertas de la jaula del pájaro azul de Twitter para liberarlo de la ideología woke, 'progre' o de izquierdas que había secuestrado la red social. Ofendidos zurdos –como diría Milei– que disfrutaban de que suspendieran las cuentas de personajes como Donald Trump, el activista conservador Charlie Kirk, Dan Bongino o el doctor Jay Bhattacharya, crítico con la imposición de una cuarentena a niños durante la pandemia.

Poco a poco se fue conociendo el aquelarre que tenían montado los directivos progresistas contra todo lo que significara pensamiento contrario al suyo, es decir, derecha, conservador, Partido Republicano, antivacunas, dudas sobre la aparición de la covid… y cualquier otra causa como la de las tramas de los Biden. Hasta Abogados Cristianos en España sufrieron la persecución.

Poco a poco se fue conociendo el aquelarre que tenían montado los directivos progresistas

Los equipos de Twitter tenían unas listas negras en las que incluían a personajes conflictivos para sus intereses, la mayoría de derechas. También tenían la potestad de evitar que ciertos tuits se convirtieran en tendencia y limitaban la visibilidad de algunos usuarios de peso en la red social.

Esto último es el famoso shadowbanning, es decir, relegar temas importantes al ostracismo porque no comulgaban con el pensamiento progre, woke o de izquierdas de los que manejaban Twitter hasta entonces.

Vijaya Gadde, a la izquierda, durante la primera charla informal de los trabajadores de Twitter con Elon Musk

La imagen de Musk en las oficinas hablando con los trabajadores de Twitter dejó para la posteridad la cara de Vijaya Gadde, conocida como la autoridad moral de Twitter, responsable expulsar al expresidente Trump de la red social y de parar un artículo que destapaba el escándalo de Hunter Biden y sus vínculos con Ucrania.

La fuga de medios

La fuga de algunos medios de comunicación, incapaces de convivir con las nuevas libertades de X, es una decisión inocua para el motivo de su existencia: el tráfico. Aproximadamente un 10 % de las visitas de un medio online llega de X y de ese 10 %, se calcula que un 3 % proviene de contenidos publicados por el propio medio –la URL que se comparte es rastreable–. La pérdida es totalmente asumible y el ruido mediático es mucho más interesante porque, posiblemente, hará un efecto llamada a otros medios o personalidades ofendidas que se sumaran a esta fiebre.

El rodillo progre dejó X intoxicado y girado hacia un discurso político radical, ahora se pueden encontrar los dos extremos y la realidad de un mundo polarizado en el que no todos son capaces de estar. Los que han abandonado el barco demuestran con su gesto el miedo que le tienen a la libertad de expresión.