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El expresidente de los EE.UU., Donald Trump (Iz), con el presidente de China, Xi Jinping en 2017

El expresidente de los EE.UU., Donald Trump (Iz), con el presidente de China, Xi Jinping en 2017Fred Dufour / AFP

La guerra de la electrónica entre China y Estados Unidos que podría dividir el mundo en 2035

El objetivo de los dos países es dominar las tecnologías del futuro, en particular los semiconductores y la inteligencia artificial

La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China se ha intensificado desde 2017 a través de un amplio abanico de medidas: aranceles, controles a la exportación y restricciones de acceso al mercado. Si esta rivalidad sigue aumentando como todo indica tras las declaraciones de Trump esta semana, hay riesgo de que la industria mundial se fragmente en 2035, llegando incluso a romper las cadenas de suministro, según Coface, empresa dedicada a la gestión del riesgo de crédito comercial.

Esta guerra, cuyo objetivo es dominar las tecnologías del futuro, en particular los semiconductores y la inteligencia artificial, ya ha costado a China cerca de 150.000 millones de dólares en exportaciones perdidas a Estados Unidos, reestructurando los flujos comerciales con una diversificación de las importaciones estadounidenses procedentes de países como México, Taiwán y Vietnam.

Fuerte interdependencia

A pesar de las crecientes tensiones, la cooperación económica entre estos dos gigantes sigue siendo esencial. Casi el 30 % de la maquinaria de fabricación de semiconductores exportada por Estados Unidos sigue destinándose a China. Al mismo tiempo, las importaciones estadounidenses de productos electrónicos procedentes de terceros países (Vietnam, Taiwán, México) incluyen una proporción importante de componentes chinos. Todo esto ilustra lo esencial que sigue siendo China en la cadena de valor mundial de la electrónica, como proveedor y como consumidor.

Casi el 30 % de la maquinaria de fabricación de semiconductores exportada por Estados Unidos sigue destinándose a China

Para las empresas estadounidenses, la guerra comercial con China plantea un dilema. Aunque se ven presionadas para reducir sus lazos con China, siguen considerando a este país un socio comercial crucial. De hecho, las empresas estadounidenses han captado el 54 % de los beneficios generados por la industria electrónica mundial en la última década, un porcentaje que se eleva al 88 % si incluimos a sus homólogas japonesas, surcoreanas y taiwanesas.

Al mismo tiempo, a pesar del aumento de las ventas y los importantes avances tecnológicos, las empresas chinas sólo han obtenido el 7 % de los beneficios de la industria electrónica mundial, y siguen muy por detrás de los líderes en el segmento estratégico de los semiconductores.

Cadenas de valor

Las transformaciones ya perceptibles en las cadenas de valor internacionales se harán aún más patentes en la próxima década, dados los largos ciclos que caracterizan al sector, según explica Coface.

El futuro de la industria electrónica mundial podría dividirse en diferentes escenarios, que van del «estancamiento tecnológico» a la «fractura tecnológica». En el escenario más extremo, la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, combinada con la aparición de tecnologías disruptivas, podría provocar una ruptura total de las cadenas de suministro mundiales.

Podrían surgir entonces dos ecosistemas distintos: uno dominado por Estados Unidos y sus aliados, y otro por China, obligando a empresas y países a elegir bando. Esta fragmentación aumentaría la complejidad del comercio, limitando el acceso a los mercados y haciendo más impredecible la competencia.

Podrían surgir entonces dos ecosistemas distintos obligando a empresas y países a elegir bando

Las empresas electrónicas y los países que dominan el sector deben prepararse para afrontar riesgos crecientes en los próximos 10 años.

Las interrupciones de las cadenas de suministro, las restricciones de acceso a los mercados extranjeros, las normas divergentes y la presión geopolítica están complicando el entorno en el que opera la industria. Es probable que aumenten los costes asociados a esta volatilidad, en un sector ya de por sí cíclico. Para adaptarse, las empresas necesitan diversificar sus cadenas de suministro, fomentar la toma de decisiones a nivel regional y mejorar su gestión de riesgos y cumplimiento de la normativa para seguir siendo competitivas en un panorama mundial cada vez más fragmentado.

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