Varios agricultores durante la recolección de cerezas, en el Valle del Jerte, en Cabezuela del Valle, (Extremadura)Europa Press

La última incongruencia de Trabajo que denuncia el campo y que será ley: «Esto no es una oficina»

La desconexión entre las necesidades por las que claman agricultores y ganaderos y las leyes que se plantean en el Congreso de los Diputados ha alcanzado su punto más alto en los últimos tiempos.

La reforma laboral que acabó con los contratos temporales o el anteproyecto de ley para la reducción de jornada aprobado por el Consejo de Ministros se han impuesto sin la negociación con la patronal. El recorte hasta las 37,5 horas semanales abanderado por la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, trae consigo novedades como el nuevo registro horario o la desconexión digital «que distan enormemente de la realidad agraria».

«El campo tiene unas especificidades que no se pueden asimilar a otras profesiones. Son muy difícilmente comprensibles para gente que no sabe lo que es la agricultura y la ganadería», explica en conversación con El Debate Ricardo Serra, vicepresidente de Asaja nacional y presidente de Andalucía.

La desconexión digital limita las comunicaciones con el empleado fuera del trabajo, mientras que el registro horario obliga, tal y como se plantea actualmente la ley, a reflejar las pausas de sus empleados, incluidas las paradas para fumar o ir al baño. «La desconexión digital no es tanto problema. El inconveniente más grande puede venir con el registro. El campo no es una oficina. Uno no llega por la puerta, da los buenos días y está en su puesto de trabajo. Esto es impensable en explotaciones donde a lo mejor, si es que existe, ese centro que hace de sede está a 2 kilómetros del sitio donde tiene que ir el trabajador a hacer su tarea», apunta Serra.

Una de las incongruencias que más alerta a los productores en cuanto a la desconexión digital se produce con las modificaciones de última hora. «Por ejemplo, cuando los ganaderos fijan una hora para que venga un veterinario y este le cambia la cita a última hora. ¿Qué hacemos ahí, no se dice nada y el empleado se presenta a las 8.00 horas a esperar a nadie?», cuestiona el agricultor andaluz.

Juanjo Álvarez, director de Asaja y consejero del Consejo Económico y Social (CES) por la organización profesional agraria, señala la necesidad de ajustar la normativa a la realidad del campo. «El registro horario es inviable en el medio rural, donde las condiciones laborales dependen de factores climáticos y estacionales, además de enfrentar dificultades tecnológicas como la falta de cobertura en muchas explotaciones», asevera.

El «sinsentido» que denuncia el campo llega apenas un mes después de que la inspección de trabajo obligara durante la campaña de aceituna en la provincia de Toledo a instalar servicios portátiles para los trabajadores. «Yo he sido productor de patata mucho tiempo y para tener certificado de calidad había que instalar un baño portátil, cada no sé cuántos metros. ¿Qué hacemos, llenamos el campo de retretes? Además, nadie los utiliza, quizá el primero solo», indica con resignación Serra.

ASAJA ha reiterado que el Ministerio de Trabajo sigue sin conocer la realidad del medio rural y ha instado a los legisladores a trabajar en una normativa específica para el sector, que tenga en cuenta sus particularidades y garantice su viabilidad.

«Si estás podando un árbol y de repente se mete una tormenta. Te haces los 2 kilómetros para poner que has parado y en lo que vas de camino para y tienes que volver a trabajar. Todo esto es un sinsentido que viene del desconocimiento por lo que es el campo. Estamos a favor de que haya una regulación y que se respeten los derechos, pero es que esto los primeros que no lo quieren son los propios trabajadores», concluye Serra.