¿Hay peligro de tiburones en las playas españolas?
El biólogo marino José Carlos Báez explica cuáles son las especies que viven cerca del litoral y si pueden ser una amenaza para los bañistas
Basta con teclear «sharks Spain 2023» (tiburones España 2023) en Google para echar un vistazo a la hemeroteca de la prensa sensacionalista británica en las últimas semanas.
«Aterrador momento en el que un tiburón es advertido cerca de una playa de Málaga marca el quinto avistamiento en España del último mes».
«Cunde el misterio mientras los tiburones pululan por los lugares vacacionales españoles dejando a los científicos desconcertados tras cuatro avistamientos en una semana».
«Familias británicas salen del agua después de que un tiburón aceche una playa turística en España días después del horrible ataque en Egipto».
La amplia cobertura dedicada por los tabloides a los avistamientos de tiburones en playas españolas refleja una tendencia creciente en los últimos años: a mayor turismo, número de bañistas y móviles, mayores posibilidades de topar con un tiburón, grabarlo y difundirlo. Sin embargo, tal y como expone en declaraciones a El Debate el biólogo marino José Carlos Báez, del Instituto Español de Oceanografía, no hay de qué alarmarse.
Báez comienza puntualizando que, además de un mayor número de ojos sobre el agua, asistimos a un momento de «cambio global» que lleva a los animales a «intentar buscar nuevas fuentes de alimentos, a explorar nuevas vías y a moverse».
En el caso concreto de España, existen varios «hitos biogeográficos» para la distribución de la vida y el tránsito de especies, incluyendo Galicia (el cabo de Finisterre, específicamente), las Islas Canarias y Baleares y el Estrecho de Gibraltar, que conecta el Atlántico con el Mediterráneo y que funciona como embudo al que se sienten atraídos todos los animales que pasan cerca del Golfo de Cádiz.
Aunque Báez no descarta, eso sí, que especies de tiburones peligrosas pudieran terminar recalando en aguas españolas, incide en que «debido a las grandes distancias desde donde ahora se encuentran, pasarían por otras zonas antes».
Porque a lo que va el biólogo es que las razas que habitan en nuestros mares, y que son los que protagonizan los vídeos grabados por los turistas, no comportan actualmente peligro para los bañistas. Son los siguientes:
- Tiburón tintorera: «es un animal que no se acerca nunca a la costa, a no ser que estén enfermos y con movimientos, por tanto, torpes y lentos –dice Báez–. Además, tampoco se ven ejemplares de grandes dimensiones, sino que son pequeños y no pueden atacar a una persona».
- Tiburón peregrino: «se alimenta, al igual que las ballenas, de plancton, y no es capaz de morder porque no tiene dientes. Es cierto que, como se dirige por las corrientes, en ocasiones puede ser que se le vea. De hecho, es muy estacional y al principio de verano siempre aparecen algunos ejemplares por el Estrecho. No es peligroso, nada muy lento y es torpe».
En ambos casos, Báez resalta que se trata de especies pelágicas, lo que quiere decir que viven en una columna de agua.
«Después, si nos vamos un poco más al fondo y más lejos del impacto humano, tenemos tiburones demersales, que solo se ven varados ya en playas y muertos. No suben a la superficie, pero también son muy frecuentes en nuestras aguas e interaccionan mucho con las actividades humanas, ya sea la pesca, la contaminación, los plásticos… También hay tiburones que son igualmente muy frecuentes y la gente ni siquiera sabe que lo son. Es, por ejemplo, el caso de la pintarroja, un tiburón pequeñito, de muy pocas dimensiones, pero tiburón al fin y al cabo», añade.
Es mucho más probable que un turista vaya a un chiringuito coma tiburón que el tiburón se lo coma a élInstituto Español de Oceanografía
Atrás quedan los tiempos en los que las aguas españolas sí que podían ser peligrosas por la presencia de grandes depredadores. Especies como el tiburón zorro, el marrajo, el tiburón martillo o incluso el temido tiburón blanco han desaparecido como consecuencia de la pesca, y el último ataque de un escualo del que Báez tiene constancia tuvo lugar en los años 80 en la zona de Algeciras. Por ello, subraya que «más que asustarnos porque se vean, de lo que tenemos que preocuparnos es de que ya no se ven».
El experto resuelve el asunto de la siguiente manera: «Es mucho más probable que un turista vaya a un chiringuito coma tiburón que el tiburón se lo coma a él. La razón es que el adobo que ofrecen en la carta es muchas veces carne de tintorera, lo que convierte a España, de hecho, en uno de los países que más carne de tiburón consume».