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Esférulas recogidas por el Proyecto Galileo y pertenecientes, supuestamente, a IM1

Esférulas recogidas por el Proyecto Galileo y pertenecientes a IM1Avi Loeb/Proyecto Galileo

¿Es creíble que los restos del objeto hallado en el Pacífico sean de origen interestelar?

Josep Maria Trigo, experto en el estudio de bólidos y meteoritos del CSIC, cuestiona los resultados anunciados por el astrofísico Avi Loeb: «Es muy difícil de determinar»

Avi Loeb, mediático astrofísico de la Universidad de Harvard y líder del Proyecto Galileo, lo tiene claro: las esférulas halladas por su expedición científica en aguas del Pacífico cercanas a Papúa Nueva Guinea pertenecen a IM1, un objeto de posible origen interestelar caído en esa zona en enero de 2014.

Loeb, polémico por sus afirmaciones y firme creyente en la vida extraterrestre, emitió este miércoles un comunicado: de las 57 partículas con más posibilidades de confirmar la teoría extrasolar (de un total de 700 recogidas por el trineo magnético empleado para la operación entre el 14 y el 28 de junio de este año), cinco muestran un patrón de composición de elementos externos al sistema solar nunca antes visto. El resultado de sus conclusiones ha sido remitido a una revista científica revisada por pares y verá la luz tras ser sometido al pormenorizado análisis de otros colegas (aunque ya ha sido prepublicado).

A pesar de que la posible procedencia interestelar de IM1 (nombre dado por los defensores de ese origen, ya que son siglas de «Meteorito Interestelar 1») no es algo que muchos científicos pongan en duda, sí lo es, sin embargo, la rotunda resolución formulada por Loeb, cuyo borrador, según señala Josep Maria Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC), «hace aguas por múltiples motivos».

En primer lugar, Trigo, miembro del Grupo de estudio de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias y uno de los principales referentes en ese ámbito en España, explica lo «difícil que será demostrar el origen interestelar» de ese objeto.

En un artículo publicado en 2022 en la revista científica The Astronomical Journal, el equipo de Trigo apuntó a la posibilidad de que ese y otros cuatro cuerpos detectados por los satélites espaciales estadounidenses fueran externos al sistema solar.

El problema radica, no obstante, en que «el catálogo CNEOS [Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA] de bólidos captados desde el espacio por los satélites del Departamento de Defensa de EE.UU. no proporciona datos del error asociado a esas medidas».

Por ello, el «99,999 %» de nivel de confianza sobre el origen interestelar que establece Loeb en base a un informe privado del Pentágono sobre mediciones velocidad realizadas por satélites del gobierno estadounidense le parece a Trigo poco menos que inverosímil. «Nadie ha podido comprobar tales mediciones y la estimación del error sugerida parece increíble para una detección realizada de la bola de fuego desde cientos de kilómetros de distancia y en una geometría desconocida. El Departamento de Defensa de EE.UU. no desea dar los datos concretos puesto que daría pistas sobre la ubicación de sus satélites espías. Por tanto, tal precisión y el propio origen del cuerpo interestelar del cuerpo queda en entredicho (ningún experto ha podido verificarla de manera independiente)», comenta a El Debate por correo electrónico.

Encantado de comentar sobre el artículo una vez publicado bajo revisión por pares, pero antes lo veo completamente sin sentidoJosep Maria TrigoCSIC-IEEC

Tampoco le convence a Trigo el aplomo con el que el equipo de Loeb vincula la composición química de las esférulas a la procedencia de otro sistema planetario. «Hay millones de partículas producidas por procesos antropogénicos que cabría descartar primero (además de partículas de origen industrial, en esa zona caen, por ejemplo, restos de satélites artificiales que en su reentrada podrían producir esas esférulas y pueden contener abundancias elementales curiosas). Tampoco pueden probar que esas partículas tuviesen su origen en ese evento meteórico ocurrido muchos años antes, menos porque han sido recuperadas en medio del océano», desgrana.

Con todo ello sobre la mesa, Trigo zanja la consulta de este diario de la siguiente manera: «Encantado de comentar sobre el artículo una vez publicado bajo revisión por pares, pero ahora mismo debatir sobre él antes de que sea arbitrado lo veo completamente sin sentido».

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