Científicos católicos alertan sobre la edición génica: «Puede provocar cambios no deseados»

¿Cuáles son las ventajas de la herramienta de edición genética CRISPR? ¿Y sus inconvenientes? ¿Es lícito usarla pese a no conocer con certeza sus posibles y eventuales efectos adversos? ¿Qué implicaciones éticas y morales conlleva?

Con esta batería de preguntas sobre la mesa, la doctora en Biología celular y molecular, investigadora y profesora de la Universidad de Navarra María de Ujué Moreno analizó este viernes presente y futuro de la edición génica en el marco del II Congreso de Científicos Católicos de España.

La cita, que comenzó el jueves y concluye hoy sábado en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, ha discurrido como un espacio de reflexión y estudio de diversas cuestiones relacionadas con la ciencia desde una perspectiva cristiana. En ese intercambio de ideas, De Ujué aportó sus conclusiones como experta en bioética en relación a las distintas aplicaciones de la herramienta CRISPR.

CRISPR, cuyas investigaciones comenzaron en los años 80 (aunque no fue hasta hace apenas unos años cuando comenzó a vislumbrarse de manera tangible su potencial), es ya capaz de mejorar el diagnóstico de determinadas patologías o de llevar una terapia al éxito, pero también de generar nuevos materiales –como biofuel creado a partir de algas– o mejorar comidas y animales –salmones estériles que crecen más o caballos de carreras más veloces–, explicó la investigadora.

A nivel humano, los avances logrados se circunscriben a la eliminación de ciertas enfermedades o infecciones crónicas a escala individual y sin repercusión hereditaria. Pero se trata todavía de una herramienta desconocida en términos de las implicaciones no deseadas que puede tener, y es ahí donde radica la inquietud de científicos como De Ujué.

El ejemplo más conocido, citado por la doctora, es el del polémico He Jiankui, el científico chino que en 2018 realizó edición génica en dos recién nacidas para blindarlas contra el VIH sin conocer las posibles consecuencias a largo plazo de una intervención de esa magnitud.

Y aunque los esfuerzos por regular la técnica se han ido intensificando, ella compara las distintas cumbres al respecto (en 2015, 2018 y 2023) y las directrices que de ellas emanan con las conferencias del clima: «No se traduce en una realidad investigadora», lamenta.

La investigadora cree, no obstante, que CRISPR «ha venido para quedarse». «Las cosas ya no van a ser iguales. Lo vamos a tener prácticamente para todo, porque es relativamente sencilla de utilizar y porque, como en teoría nos permite evitar enfermedades y mejorar capacidades, va a ser objeto de demanda», pronostica.

Pero los riesgos de consecuencias no deseadas no son menores, recuerda, por lo que pide prudencia para no pisar en falso. «Los científicos estamos tan ocupados haciendo algo que no preguntamos si es adecuado hacerlo o no».