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Fotograma de El retrato de Dorian Grey, adaptación de la novela de Oscar Wilde sobre la búsqueda de la eterna juventud

Un directivo de Cambridge asegura que una terapia para lograr la inmortalidad sería «catastrófico»

El filósofo Stephen Cave esgrime las razones en un nuevo libro

¿Deberíamos ser inmortales, si encontráramos la receta mágica que lo permitiera? El alargamiento artificial de la vida lleva siendo objeto de debate ético y filosófico desde hace siglos. Y con el desarrollo tecnológico, la creación de empresas dedicadas a la consecución de esa quimera y el creciente interés de numerosos milmillonarios en lograrlo, la cuestión se ha vuelto más candente que nunca.

Para el doctor Stephen Cave, filósofo de formación y flamante director del nuevo Instituto de Tecnología y Humanidad (ITH) de la Universidad de Cambridge (UC), la respuesta es inequívoca: no.

En una entrevista con el diario británico The Times, el también responsable del Centro Leverhulme para el Futuro de la Inteligencia de la UC ha mostrado su recelo sobre las investigaciones para retrasar el envejecimiento, esgrimiendo algunas razones al respecto.

En primer lugar, Cave alude a los recursos del planeta, muy esquilmados ya y que podrían verse más diezmados aún para posibilitar un hipotético tratamiento que alargue la esperanza de vida hasta umbrales impensables. «Si partimos de la base de que el planeta ya ha llegado a su límite con los humanos, o tal vez incluso la ha superado –si tenemos en cuenta la destrucción de la biodiversidad y la pérdida de hábitat y el cambio climático, etcétera–, esto podría ser absolutamente catastrófico», advierte.

También está el riesgo de que el precio de esa tecnología sea tan elevada que solo esté al alcance de una élite, un escenario «terrorífico», dice, en el que «una gerontocracia increíblemente rica y poderosa vea pasar por delante a varias generaciones de gente común y corriente».

«Las anteriores olas de transformación tecnológica nos ayudaron a prosperar como especie, pero también tuvieron enormes costes. La última revolución industrial, por ejemplo, impulsó el ascenso del comunismo y el fascismo, la expansión colonial y los gases de efecto invernadero que ahora amenazan la biosfera. Y hoy, tanto la escala como la velocidad del desarrollo tecnológico son mayores que nunca», señala.

En declaraciones a Daily Mail, el académico ha subrayado: «No estoy diciendo que no debiéramos trabajar en tecnologías para alargar la vida, sino que no estamos aún preparados para ellas. Deberíamos invertir lo mismo en reflexionar sobre las consecuencias y asegurar que estas transformaciones funcionan bien».

Libro

Cave, que acaba de publicar un libro titulado Should you choose to live forever? (¿Deberías decidir vivir para siempre?) y escrito al alimón con el académico estadounidense John Martin Fischer, plantea en el mismo que «el aspirante a inmortal se enfrenta a varios dilemas, como el aburrimiento y la sensación de insignificancia o la superpoblación y la injusticia social».

El prólogo, a cargo del astrónomo Martin Rees, sostiene: «Estas cuestiones ya no son una fantasía; algunas pronto podrían formar parte de la 'ética práctica', tal como lo es hoy la eutanasia. Los biólogos están explorando seriamente si el envejecimiento se puede 'curar', de modo que nuestros cuerpos físicos permanezcan en buen estado durante siglos. Aunque pocos expertos son optimistas acerca de lograr una mejora drástica, hay al menos una esperanza de resultados beneficiosos, al igual que la 'guerra contra el cáncer' del presidente Nixon en la década de 1970 impulsó nuestra comprensión de la biología celular. Pero este tipo de progreso gradual probablemente no satisfará a los fundadores de estos laboratorios: cuando eran jóvenes, querían ser ricos. Ahora que son ricos quieren volver a ser jóvenes. Eso no es tan fácil».

El objetivo del recién creado ITH que dirigirá Cave es «asegurar que las nuevas tecnologías son aprovechadas para el bien de la humanidad».