'Félix, de la cetrería a la ciencia'
La desconocida faceta científica y religiosa de Félix Rodríguez de la Fuente
Un libro prueba los vínculos documentales del gran conservacionista español con el ámbito de la ciencia
¿Fue Félix Rodríguez de la Fuente, además de un excepcional naturalista y divulgador, también un científico? En el año 2013, 33 después de su repentina muerte en un accidente de avioneta en Alaska, la Universidad de Burgos (provincia de la que era originario) le concedió el título póstumo de Doctor Honoris Causa In Memoriam en Ciencias Naturales. Durante la laudatio, el rector de la Universidad expuso así los méritos conseguidos para tal reconocimiento: «Apuntaba el doctor Ramón y Cajal que las cualidades indispensables del cultivador de la investigación son: la independencia de juicio, la curiosidad intelectual, perseverancia en el trabajo, el amor a la gloria y el amor a la patria. Creo, sin lugar a dudas, que nuestro nuevo Doctor Honoris Causa se ajusta perfectamente a este perfil descrito por nuestro insigne premio Nobel».
Partiendo de esta tesis, el Dr. Alfonso Vicente Carrascosa, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales y miembro colaborador del Instituto de Estudios Madrileños, se propuso indagar si, realmente, Rodríguez de la Fuente fue un científico. El resultado es Félix, de la cetrería a la ciencia, un libro publicado en 2023 por la Universidad de Burgos como Obra Conmemorativa Institucional en homenaje al 95º aniversario del nacimiento del documentalista. Y la respuesta es que sí, lo fue.
En la investigación, de 233 páginas y que «ha batido récord de descargas» en la web de la universidad burgalesa −puede descargase gratuitamente en este enlace−, Carrascosa expone con pruebas documentales la personalidad y afiliación científica de Félix Rodríguez de la Fuente.
«Son cuatro –explica el autor en conversación telefónica con El Debate–: un estudio sobre la historia de la cetrería, otro más sobre el estado del halcón peregrino en España, un proyecto de investigación escrito por él que está guardado en el archivo familiar y un cuarto estudio presentado en un congreso internacional sobre aves rapaces». A esto hay que sumar su pertenencia a diversas organizaciones científicas como la Sociedad Española de Ornitología, de la que fue además fundador.
Toda su actividad científica, como no podía ser de otra manera, está vinculada a las aves rapaces, ámbito al que dedicó gran parte de su carrera como divulgador para que dejaran de considerarse una amenaza para la caza, al igual que logró con el lobo. «Tenemos mucho que agradecerle. En Europa no hay lobos, ni quebrantahuesos ni el número de halcones que tenemos aquí. Es decir, todavía estamos viendo los réditos de la labor conservacionista y divulgativa que a través de sus documentales hizo Félix», comenta Carrascosa.
A lo largo de sus más de 200 páginas, el autor, quien ya estaba familiarizado de antemano con la vida y obra del burgalés tras haber leído su biografía Félix Rodríguez de la Fuente: su vida, mensaje de futuro (La Esfera de los Libros, 2010), de Benigno Varillas, hace un repaso pormenorizado a cada una de esas incursiones científicas y recuerda, de paso, cómo su pasión por la cetrería contribuyó al conservacionismo de animales rapaces como ningún otro divulgador español ha conseguido. Una cualidad, dice Carrascosa, que suscitó envidias entre sus coetáneos, que nunca gozaron del prestigio y el reconocimiento que sí logró el de Poza de la Sal.
Por último, el investigador también pone de manifiesto la conciliación entre ciencia y fe presente en el naturalista, quien pese a no ser muy practicante fue un hombre religioso, espiritualista y que educó a sus hijas en la doctrina católica. «Es algo que dijo una de ellas con toda claridad en dos ocasiones», constata el autor, que define al protagonista de su estudio como un «católico heterodoxo».