Un fabricante de taxis aéreos recibe permiso para operar vuelos en EE.UU.
El sector de los aerotaxis, o taxis aéreos eléctricos, sigue dando pasos para la implantación de sus servicios: el pasado miércoles, el fabricante estadounidense Archer Air se convirtió en la segunda compañía en recibir permiso de las autoridades nacionales para operar aeronaves a nivel comercial.
Subsidiaria de Archer Aviation, Archer Air es una de las empresas más punteras de la industria. Tiene entre sus inversores a gigantes como la aerolínea United Airlines o la multinacional Stellantis, y también mantiene lazos comerciales con la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Hace dos semanas, anunció que se preparaba para lanzar un servicio de transporte de pasajeros en Corea del Sur en 2026, y en 2023 también reveló que lanzaría el servicio de taxi aéreo en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y la India, recoge Efe.
Archer Air, con sede en Santa Clara (California), ha desarrollado una aeronave eléctrica de despegue vertical denominada Midnight. Sin embargo, la autorización de la Administración Federal de Aviación (FAA), principal organismo regulador del espacio aéreo estadounidense, no equivale a la validación de Midnight.
El vehículo tiene todavía que pasar otro proceso de revisión específico por parte de la FAA para certificarlo, por lo que todavía pasará tiempo hasta que, llegado el caso, pueda desplazarse por los cielos estadounidenses. De iniciar operaciones, éstas serían en colaboración con United Airlines.
«Esperamos moldear juntos el futuro del transporte aéreo y ofrecer experiencias de vuelo incomparables a los pasajeros de United», declaró, precisamente, el director financiero de la aerolínea, Mike Leskinen.
La industria de los aerotaxis carece aún de un marco regulatorio, por lo que habrán de pasar todavía varios años hasta su plena actividad. Su principal ventaja, según explicaba en una entrevista con El Debate Cristina Cuerno, catedrática de ingeniería aeroespacial y directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Politécnica de Madrid, es la reducción de tiempos en los trayectos. Cuerno estima que su llegada a una ciudad como Madrid podría producirse «en diez años o probablemente antes».