Por qué los astronautas pueden volver del espacio más altos

Como es sabido, el espacio no es precisamente el lugar más idóneo y apto para el cuerpo humano. La falta de gravedad y la mayor exposición a la radiación solar y cósmica, entre otras condiciones a las que la genética de los seres vivos terrestres no está acostumbrada, puede provocar problemas tales como pérdida de masa ósea y muscular, miopía, osteoporosis o mayor riesgo de cáncer, por mencionar solo algunos.

Además de esto, en ocasiones se ha constatado también una curiosa anomalía que ha afectado a algunas personas tras haber pasado un tiempo en órbita: han regresado a la Tierra con más altura que con la que se fueron.

Son varios los casos conocidos: Scott Kelly, astronauta de la NASA que pasó casi un año en la Estación Espacial Internacional (EEI) entre 2015 y 2016 para comprobar los efectos sobre la salud de tal experiencia y que volvió cinco centímetros más alto; Guennadi Pádalka, cosmonauta ruso que acumula hasta la fecha 879 días en diversas misiones y que, tras una de sus estancias en la EEI, regresó con entre dos y cinco centímetros de más; o el japonés Norishige Kanai, que también ganó 200 milímetros en órbita entre finales de 2017 y principios de 2018.

¿A qué se debe?

La causa de este alargamiento involuntario no es sino otro efecto más de la falta de gravedad. Y es que, mientras que en la Tierra la columna vertebral está comprimida por esta fuerza, su ausencia en el espacio permite que los discos intervertebrales que separan cada vértebra se expandan.

Por suerte, el crecimiento no es indefinido ni tampoco permanente: el aumento de estatura por este motivo está limitado a entre dos y cinco centímetros (ninguno de los astronautas que lo ha padecido ha sobrepasado esa barrera). De la misma forma, cuando el cuerpo regresa a la Tierra y está de nuevo bajo la influencia de la gravedad, la columna vertebral vuelve a su estado previo al comprimirse de nuevo, y al cabo de un tiempo el astronauta recupera su estatura normal.