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Ilustración de un asteroide pasando cerca de la TierraGoodFon

Una bomba nuclear podría salvar a la Tierra del impacto de un asteroide

Un reciente estudio explora cómo los rayos X, similares a los generados por una explosión nuclear, podrían ser utilizados para desviar asteroides de gran tamaño

La humanidad tiene motivos para sentirse optimista frente a una de las mayores amenazas naturales: los asteroides. Si un cuerpo celeste capaz de destruir una ciudad se dirigiera hacia la Tierra, la comunidad científica ya dispone de herramientas para desviarlo, siempre que se detecte con suficiente antelación.

La misión DART de la NASA ha demostrado que una nave espacial impactando contra un asteroide puede alterar su trayectoria. Sin embargo, esta técnica no es infalible. Para asteroides de gran tamaño o aquellos detectados demasiado tarde, las armas nucleares, diseñadas para destrucción masiva, podrían convertirse en una solución salvadora.

Un reciente estudio publicado en Nature Physics explora cómo los rayos X, similares a los generados por una explosión nuclear, podrían ser utilizados para desviar asteroides de gran tamaño. En este experimento, llevado a cabo con una de las máquinas de generación de radiación más potentes jamás construidas, se vaporizó instantáneamente la superficie de objetivos que simulaban asteroides. Esto creó chorros de vapor que funcionaron como un propulsor improvisado, desviando el objetivo hacia atrás. Nathan Moore, investigador principal, destacó que el efecto observado es justo lo que se busca para desviar asteroides reales. Aunque no es una simulación perfecta, este experimento a pequeña escala representa un avance significativo.

El modelo propone que, ante la detección de un asteroide peligroso, las soluciones dependerían de su tamaño y del tiempo disponible antes del impacto. Si se detecta con al menos una década de antelación y el asteroide no es demasiado grande, podría bastar con una nave espacial tipo DART. En 2022, esta misión demostró que un impacto cinético puede alterar significativamente la órbita de un asteroide, como ocurrió con Dimorphos, un cuerpo de 170 metros de diámetro.

Sin embargo, para asteroides mayores o con menos de 10 años de preaviso, esta estrategia sería insuficiente. En tales casos, una explosión nuclear podría suministrar la energía e impulso necesarios para desviar el objeto. Simulaciones previas indican que incluso un asteroide de 100 metros podría desintegrarse si se bombardea con una ojiva nuclear al menos dos meses antes del impacto. Sin embargo, esta estrategia conlleva riesgos, como fragmentar el asteroide y crear una lluvia de escombros radiactivos.

Con grandes interrogantes

La técnica ideal sería desviar el asteroide sin destruirlo. Una nave no tripulada podría detonar un artefacto nuclear cerca del asteroide, generando radiación que vaporizaría parte de su superficie, creando el impulso necesario para cambiar su rumbo. Experimentos recientes, como los realizados con la Máquina Z de los Laboratorios Nacionales Sandia, refuerzan esta posibilidad. Este dispositivo emplea intensos campos electromagnéticos para producir rayos X, simulando los efectos de una explosión nuclear. En los experimentos, las superficies de pequeñas muestras minerales se vaporizaban, impulsándolas hacia atrás a gran velocidad.

Aunque estas pruebas son prometedoras, quedan interrogantes sobre cómo responderían los asteroides reales, con composiciones y estructuras más complejas. Además, utilizar dispositivos nucleares en el espacio plantea riesgos políticos y técnicos, ya que un error podría agravar el desastre.

Pese a estas incertidumbres, los avances en defensa planetaria ofrecen esperanza. Como señala Moore, los grandes asteroides son raros, pero ahora contamos con herramientas para enfrentarlos, lo que refuerza nuestra capacidad para prevenir un desastre natural de proporciones catastróficas.