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Vista del anillo de metal, de casi 2,5 metros de ancho, que cayó del cielo sobre la aldea de Mukuku el 30 de diciembreAnadolu

El suceso de Kenia no fue el único: ¿cuánta basura espacial puede llegar a caer en nuestro planeta cada año?

El 30 de diciembre de 2024 la comunidad científica se vio realmente impactada tras el hallazgo de un supuesto material proveniente del espacio. Los distintos rastreadores encontraron en la aldea de Mukuku, en Kenia, un anillo metálico de algo más de 500 kilos. A pesar de que de momento la Agencia Espacial de Kenia (KSA por sus siglas en inglés) sigue intentando esclarecer la procedencia del material, varios expertos han detallado que dado su gran tamaño, las probabilidades de que este anillo proceda del espacio son realmente improbables.

Aun así, desde la KSA mantienen como primera hipótesis que el objeto caído formaba parte de un vehículo de lanzamiento. De hecho, según el comunicado de la agencia este fragmento metálico fue identificado como un anillo de separación de un cohete. A esto hay que sumar que en los últimos días el organismo ha puesto en marcha un seminario que se centrará en los desechos espaciales, cuya presencia en nuestro suelo es más común de lo que nos imaginamos.

De acuerdo con los datos proporcionados por la empresa de ingeniería de sistemas y software GTD, a día de hoy más de 7.000 toneladas de basura satelital vuelan alrededor de la Tierra. Este dato tuvo su punto de inicio en 1957, año en el que la URSS lanzó el primer satélite Sputnik. Casi siete décadas de carrera espacial después más de 7.000 aparatos se han mandado al espacio. Lo preocupante de este dato es que una gran parte de ellos han quedado inservibles, acumulando una cantidad de basura espacial realmente alarmante. A todo esto hay que sumar la incontable cantidad de astros que componen el sistema solar.

El desecho de la etapa superior de cohete japonés HIIA, lanzado en 2009JAXA

Para hacernos una idea de la común que es esta 'lluvia de basura espacial', la NASA registró una media de una pieza caída por día, entre 50 y 100 toneladas al año. Sin ir más lejos, más allá del supuesto material caído en Kenia, en los últimos días los servicios espaciales de Perú detectaron la caída de basura espacial en el norte del país. «Estos cuerpos, al entrar a la atmósfera, se calientan por el rozamiento, y si son metálicos, producen destellos de colores debido al calentamiento, derretimiento y evaporación de los metales», explicó Luis Otiniano Ormachea, investigador de la Dirección de Astronomía y Ciencias Espaciales. Afortunadamente, aquellos elementos espaciales que acaban sobreviviendo a nuestra atmósfera suelen caer mayoritariamente en el mar o en zonas poco pobladas como la tundra canadiense, Australia o Siberia.

Nuestro país no está exento de este peligro. En la primera semana de este año una gigantesca bola de fuego se pudo ver desde varios puntos de España. De igual manera, en abril de 2024 otro bólido recorrió nuestro país.

Para mitigar este problema en ciernes, naciones como Reino Unido o Japón han puesto en marcha sus propios proyectos de vigilancia y controlo de restos de basura espacial. De igual manera, la Agencia Espacial Europea (ESA) adjudicó un contrato a ClearSpace para la primera misión de eliminación activa de desechos (ADR) del mundo. Por su parte, EE. UU. aprobó la Ley ORBITS con el objetivo de desorbitar los satélites en el menor tiempo posible.

La constante acumulación de basura espacial ya supone un auténtico quebradero de cabeza para las agencias espaciales. Y no es de extrañar, ya que una mayor saturación de la órbita baja terrestre podría ser el escenario ideal para una catástrofe de la magnitud del síndrome de Kessler.