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Padres, ¡'El juego del calamar' no es una serie para niños!
Hay menores que recrean los juegos de la violenta serie. Los colegios ya alertan a los padres
Entre los 111 millones de visionados que ha acumulado El juego del calamar en todo el mundo en tan solo 17 días, que convierten a la producción surcoreana en el estreno más visto de la historia de Netflix –según los datos de la plataforma–, habrá perfiles de espectador muy diferentes entre sí pero hay uno que no debería tener representación y, lamentablemente, la tiene: los niños.
El juego del calamar es una serie no recomendada para menores de 16 años por su contenido especialmente violento. Los juegos infantiles tradicionales de Corea del Sur que aparecen en El juego del calamar se utilizan en la trama para cribar a los participantes de un macabro juego de supervivencia, así que está lejos de ser una serie para niños. Aun así, crece el número de menores que la han visto… y la lógica preocupación por esta peligrosa tendencia.
En España hay colegios que ya han alertado a los padres de sus alumnos a través de circulares, como el centro escolar Teresa de Calcuta, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), que ha avisado a los padres de que «las imágenes y valores transmitidos en esta serie pueden perjudicar seriamente a los niños y niñas en la etapa de Infantil y Primaria».
Alertas en las redes sociales
En otros países de Europa también han dado la voz de alarma. En los patios de muchos colegios se han colado varios de los juegos que aparecen en El juego del calamar, en algún caso con el uso de violencia entre los menores.
Las redes sociales tampoco ayudan en esta ocasión. La Policía del Reino Unido ha descubierto una convocatoria en las redes en la que se incita a participar en un juego en el que los perdedores recibirían un disparo en la cara con una pistola de aire comprimido.
En España se empiezan a suceder los mensajes de los padres alertando que en el colegio de sus hijos los niños de 8, 9 y 10 años recrean el juego Luz roja, luz verde de El juego del calamar. La vigilancia de los padres en los contenidos que ven los niños, con tantas plataformas a su alcance, se hace cada vez más necesaria.