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A J.K. Rowling le dan otra vez la vara con Harry Potter: planean sin ella una serie transgénero
«Asiático, negro, descendiente de africanos, étnicamente ambiguo, multirracial, indígena, latino, hispano, de Oriente Medio, de Asia del Sur, indio, del Sudeste asiático o de la islas del Pacífico».
Los requisitos para aspirar al papel de James, el padre de Harry Potter, en la versión de la saga literaria y cinematográfica que han presentado varios productores de Estados Unidos pretenden ser inclusivos. El problema es que no pueden serlo si discriminan, de entrada, a los hombres blancos y a muchas etnias y regiones que no figuran en la lista. Para el papel de Sirius Black, por poner otro ejemplo, piden «un actor que no sea blanco». Así que ni siquiera Gary Oldman, que encarnó al personaje en las películas de Harry Potter, podría presentarse al casting si quisiera.
Esos requisitos y en general la idea de crear nuevas versiones de la saga Harry Potter con personajes transgénero son la (pen)última muestra de la sinrazón que acompaña cada movimiento en contra de J.K. Rowling (56 años), la creadora del universo literario de Harry Potter. Todo desde que en 2019 mostrase su apoyo a la consultora Maya Forstater cuando esta perdió su trabajo por decir que las mujeres transgénero no podían cambiar su sexo biológico. Para qué queremos más en estos tiempos.
A partir de ahí la campaña de acoso y derribo contra J.K. Rowling ha vivido casi tantos episodios como los que comprenden sus libros de Harry Potter. La escritora, que no llegó a aparecer en el especial de HBO Max con motivo de los 20 años de Harry Potter, vio cómo tres actores transgénero se plantaron en su casa y publicaron en Twitter una imagen con la dirección de su domicilio. Y, mucho peor, J.K. Rowling ha recibido numerosas amenazas de muerte.
Los productores ya han presentado el proyecto para versionar en una serie por internet, los libros y las películas de Harry Potter con personas transgénero, homosexuales y de todos los colores. De todos menos el blanco, que parece que no se lleva.
Eso sí, por muy avanzado que tenga el proyecto ese grupo de productores, hay alguien que tiene mucho decir: la propia J.K. Rowling. Sin su consentimiento no puede haber serie supuestamente inclusiva de Harry Potter. Después de todo lo ocurrido, no parece que J.K. Rowling vaya a estampar su firma en ningún contrato con los productores. Ni siquiera para darles un autógrafo.