Crítica de series
'Obi-Wan Kenobi': Kenobi contra la nostalgia
Disney+ ya ha estrenado los dos primeros episodios de la esperada serie de Star Wars. Los analizamos aquí
La elipsis tiene la virtud de la imaginación, que siempre constituye una promesa. Por eso, cementar los huecos —la explicitud narrativa— supone pelear contra un ideal; el riesgo de decepcionar al espectador sobrevuela sin descanso. Lo saben bien los creadores de Obi-Wan Kenobi, el flamante estreno de Disney+, una de las series más esperadas del año. Al regresar al cogollo de La guerra de las galaxias, con una trama ambientada entre la trilogía original y su precuela, los guionistas han de equilibrar la novedad con lo conocido. Y, ojo, que lo conocido cuenta con un fandom tan devoto como exigente. Pueden ser un arma de doble filo: quien bien te quiere, bien te hará llorar.
Lo interesante es que este dilema entre tocar la rosa o no, parafraseando a Juan Ramón, se transporta a la propia historia. Los dos episodios con los que ha debutado este viernes 27 de mayo Obi-Wan Kenobi exhiben como tema central la duda ante el regreso a una tarea antigua. ¿Debe el protagonista interpretado por un excelente Ewan McGregor complicarse la vida o no? ¿Ha llegado el momento para que los Jedis que pululan por las sombras den un paso adelante? Por las películas contamos con dos certezas: que su mentorazgo con Anakin acaba en tragedia, y que su segunda oportunidad con Luke resulta un éxito. La serie, por tanto, juega sus mejores bazas dramáticas rastrillando el tormento interior de Obi-Wan.
En este paisaje de derrota, incertidumbre y miedo constituye un acierto la nueva villanía de los Inquisidores, una facción de la mitología galáctica que se ha desarrollado hasta ahora en derivados como la serie de animación Star Wars Rebels. Su porte amenazante, su palabra despiadada y ese aroma de maldad que desprenden en cada aparición aportan al relato una sensación de violencia inminente. No les tiembla el pulso para seccionar manos y ahorcar rebeldes. Ojalá el relato vaya añadiéndoles capas de complejidad psicológica, en especial a la pérfida Reva, para que no se queden en simples figuras maniqueas.
Porque ahí radica una de las pegas que se le pueden poner al inicio de Obi-Wan Kenobi. De momento, la trama resulta previsible, con salidas narrativas no demasiado originales, y la densidad dramática reclama más contradicción y ambigüedad para ganar pegada. Haya paciencia: la serialidad reclama analizarla desde la línea de meta.
'Obi-Wan Kenobi' y su ambiciosa producción
Lo que sí se puede afirmar ya es el ambicioso nivel de producción que la serie dirigida por Deborah Chow y producida por Joby Harold presenta. La continuidad narrativa directa con el universo de George Lucas obliga a un esplendor extra. Se suceden paisajes espectaculares, efectos especiales de primera, luchas de espadas láser acrobáticas, criaturas extrañas y una variedad de escenarios que le aportan una visualidad carnosa al relato. Si el primer episodio —algo lento por un exceso de exposición— mezcla la frondosidad de Alderaan con la aridez de Tatooine, con sus granjeros y sus currelas del espacio, el segundo cambia radicalmente de tercio para transportarnos a un entorno urbano y noir, con un aire a lo Blade Runner. Esa ciudad oscura y amenazante le ha permitido al relato ganar garra y regalar una impresionante persecución entre tejados. Esa pirotecnia es la que se espera de una producción tan anticipada y con tanto linaje a sus espaldas. Queda por ver si la estrategia narrativa de este segundo episodio será la norma de la temporada: una aventura autoconclusiva en nuevos lugares o si, por contra, Obi-Wan Kenobi optará por una trama más coral, que baile con más agilidad entre Luke, Leia e, incluso, esa figura acuática que nos deja colgados del precipicio. ¡Ay, el diálogo con el canon!
Y es que, como empezábamos esta reseña, las expectativas pueden ser un regalo envenenado. Hasta ahora, las expansiones narrativas de las series de Disney+ han resultado desiguales. La grandiosa The Mandalorian se ha convertido en un hito por su deliciosa capacidad palomitera para remozar el heroísmo clásico, explorando los márgenes del macrouniverso creado por Lucas sin olvidar guiños para los más cafeteros. El libro de Boba Fett, sin embargo, no alcanzó las mismas cotas de aplauso unánime, en parte por el fallido protagonista, tan hierático. Esta vez, el espejo del original resulta tan omnipresente que el mayor enemigo de Obi-Wan Kenobi no será ni los excedentes de la demoníaca Orden 66 ni ese emblema de voz metálica. No. Su mayor enemigo será la nostalgia.