Crítica de cine
'Thor: Love and Thunder', la deconstrucción y suicidio del cine de superhéroes
Una caricatura de Thor cargada de contenido LGTBI que solo satisfará a quien tenga muy bajas expectativas
Gorr (Christian Bale) está desencantado de los dioses porque, después de servirles desde siempre, rogó por la vida de su hija, no fue escuchado y la niña murió. Cuando Gorr se encuentra cara a cara con el dios al que siempre adoró, descubre a un ser caprichoso, cruel, insensible y despótico. A partir de ese momento, Gorr jura dedicar su existencia a acabar con los dioses, y acceder al exclusivo premio de la Eternidad. Para luchar contra el Carnicero de dioses, como le conocen, Thor (Chris Hemsworth) solicita la ayuda de su exnovia Jane Foster (Natalie Portman), del Rey Valkiria (Tessa Thompson) y de Korg (Taika Waititi, el director de la película).
Esta cuarta entrega de Thor, la segunda que dirige Taika Waititi, solo satisfará a quien tenga muy bajas expectativas. Ciertamente Thor siempre ha sido el superhéroe de la Marvel más desenfadado, con situaciones más cómicas, casi de slapstick, y más gamberra de tono. Pero en este caso, ese estilo ligero y muy caricaturesco no envuelve prácticamente nada, más allá de algunos tópicos y lugares comunes. Los personajes carecen de entidad dramática, Thor es como un adolescente grande, los conflictos aparecen planos y estereotipados y las bromas son pueriles, como confundir Jane Foster con Jane Fonda o Jodie Foster. Además, en ciertos momentos la película tiene un tufillo de manual de autoayuda muy poco atractivo. Incluso se nota que a Natalie Portman le importa un bledo el trabajo que está haciendo. No olvidemos los cameos de Matt Damon, Elsa Pataki o Sam Neill y la cita irónica a Interestellar.
Disney, al igual que ha hecho con Pixar, se ha preocupado de que la película de Marvel abandere ejemplarmente la causa LGTBI. Por ello el Rey Valkiria es una mujer, que no es reina sino rey, pero que es lesbiana; o los padres de Korg eran dos «padres», y él mismo, Korg, encuentra su medio naranjo. El empoderamiento femenino le va a dar a Thor una compañera, la Poderosa Thor, su antigua novia Jane, capaz de manejar su martillo mágico, Mjolnir, mejor que su antiguo dueño. Por otra parte, toda la patética caricatura de Zeus (Russell Crowe) y de todos los dioses del Olimpo y muchos más, transpira un aire antimetafísico y volteriano que no beneficia nada a la causa del género de superhéroes. Son dioses patéticos, narcisistas, y que si se enfadan dejan de invitarte a sus orgías. Quizá lo menos «divino» es cuando Zeus desnuda a Thor, y todas las diosas o sacerdotisas de la corte del gran dios caen literalmente desmayadas ante la visión del miembro viril del dios del trueno. En fin, que es bastante inevitable que el espectador empatice con la idea de Gorr de matar a todos los dioses.
No faltan apuntes sobre la paternidad en solitario. Gorr es un padre que cuida a su hija –sin madre–; Thor va a acabar haciendo de padre soltero, y todos nuestros héroes van a tratar de salvar a un montón de niños que recuerdan a los de la Isla de Nunca Jamás de Peter Pan.
El culpable del guion es el propio director, Taika Waititi, que le fue mucho mejor con su libreto de Lo que hacemos en las sombras (2014) –que también lo dirigió– y Jojo Rabbit (2019). En fin, ustedes sabrán qué han hecho para merecer esto. Con palomitas y aire acondicionado a lo mejor pasan el rato, y si deciden hacerlo no salgan corriendo al final, aunque se lo pida el cuerpo, que hay dos escenas postcréditos. Por si les ha sabido a poco.