
Historias para no contar se estrena en los cines este viernes 25 de noviembre
Crítica de cine
'Historias para no contar': o películas para no ver
Cesc Gay construye un envoltorio correcto pero vacío en su interior
Aprincipio de siglo el director barcelonés Cesc Gay era un interesante retratista de la posmodernidad en su vertiente íntima y sentimental, como quedó plasmado en En la ciudad. Aunque en sus películas no había respuestas, al menos las preguntas se planteaban con cierta hondura dramática. Cuanto más decisiva era la cuestión que planteaba, como la muerte en Truman, más decepcionante era la salida que proponía. En su último largometraje parece haber perdido el pulso del momento que vivimos y ya no es capaz de penetrar más allá de la superficie de las relaciones. Y no porque el género escogido sea la comedia, sino por la falta total de perspectiva antropológica. La película se compone de episodios independientes que tienen en común el engaño amoroso.
En el primer capítulo, el personaje de Anna Castillo, casada, se enamora de su vecino; en otro, Quim Gutiérrez encarna a un cuarentón a punto de ser padre, que se da cuenta de que su mujer ha descubierto su affaire con una compañera; José Coronado interpreta a un hombre maduro que está saliendo con una jovencita que le pone los cuernos a sus espaldas; Alex Brendemühl es un viudo al que sus amigos quieren obligar a ligar para olvidar; en otra trama, tres mujeres fardan de sus aventuras sexuales con un hombre casado. Y no hay más. Situaciones de comedia de enredo, pero pasadas de rosca, y diálogos supuestamente hilarantes cargados de sal gruesa y de explicitud sexual.
Lo más sorprendente es que la edad de los personajes supera los cuarenta años, y protagonizan tramas de adolescentes especialmente inmaduros. Sus relaciones estables no se fundamentan en nada sólido, parecen siempre provisionales, patológicamente vulnerables; los consejos que reciben de los amigos suelen ser lamentables, sin ninguna inteligencia de la realidad; y por último, el sexo tiene el mismo valor que un caramelo que te ayuda en un momento de tos. Pero nada de esto parece herir a los personajes, ninguno hace cuentas de verdad con lo que le sucede, son como hojas indolentes que el viento lleva de acá para allá sin encontrar nunca una meta definitiva.