Aquí, a diferencia de las dos películas del mismo título, quien se lanza a la búsqueda de un tesoro no es Nicolas Cage, sino Lisette Olivera, y tampoco Benjamin Franklin Gates, sino Jess Valenzuela, una chica que investiga qué ocurrió realmente con su familia. Una de las pocas pistas con las que cuenta, y que puede conducirla tanto a la verdad como a un legendario tesoro, se la proporciona un misterioso desconocido.