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Chicote discute con Chema, durante el episodio del pasado juevesLa Sexta

Pesadilla en la cocina

Un empresario cabreado con Chicote desvela los secretos de 'Pesadilla en la cocina'

Chema, protagonista del último capítulo, revela todo lo que se cuece tras las cámaras y acusa al madrileño de ser un showman que, lejos de ayudar, va a los locales a «causar problemas»

Parecía que habían acabado en son de paz, pero no. La relación entre Chicote y Chema, empresario de restauración en Puertollano, no finalizó tan bien como vimos el pasado jueves. El propietario de los restaurantes Leña y Carbón y El Calamar se despachó a gusto en en vídeo colgado en su perfil de Facebook con el chef madrileño, al que considera un showman que solo busca su beneficio y el de la productora.

José María Laguna, Chema, empieza explicando el motivo por el que se ha decidido a publicar su denuncia. «Que no le sea tan fácil engañar a la gente», empieza diciendo en relación a Chicote. No es el suyo un aviso a navegantes, sino a hosteleros. «Si queréis probar, probad. Pero no le firméis un contrato», se dirige a sus compañeros. O, si lo firman, les aconseja que en ese documento haya una cláusula para que una y otra parte lo pueden romper en determinadas circunstancias. Él lo quiso hacer ya el primer día de grabación, de los siete que el chef madrileño y su equipo estuvieron en Puertollano: «Me di cuenta que ese hombre no había venido a ayudarme, había venido a causar problemas. A buscar discusiones y buscar dinero a la productora». Ahí, durante esa primera jornada, se dio cuenta de que estaba atrapado: «Por las penalizaciones que había, no rompí el contrato».

Fue invitado a participar

En su vídeo, de algo más de once minutos de duración, desvela muchas interioridades del programa. De entrada, aclara que no fue él el que se dirigió a Pesadilla en la cocina: «Me llaman a mí», remarca. Y la productora lo hace porque tiene varios restaurantes, entre los que en el programa del jueves aparecieron dos, Leña y Carbón y El Calamar. En este último fue en el que finalmente se centraron los esfuerzos del chef madrileño.

La productora le dice que el programa ya no es como antes, y que saldrá muy beneficiado. «Me lo pintan todo de color rosa, que no es como antiguamente… Me dicen que voy a estar seis meses a reventar».

Aceptó entonces el acuerdo. «Cuando vienen, firman un contrato. Que no puedes decir nada, que no te puedes echar atrás…». Él lo entiende como normal hasta cierto punto, porque para grabarlo hay que desplazar un equipo de treinta personas durante una semana, lo que implica un gasto importante. Pero lo que no considera normal, sino todo lo contrario, es lo que ocurrió después.

Engañados con los comensales

Por aquel entonces, Chema tenía tres camareros. Uno, una mujer, estaba de baja. El empresario pidió sustituirla: «Me dicen que no, que me tengo que apañar con los dos». Lo tranquilizaron. Le aseguraron que solo meterán a 30 comensales. Pero al final no fue así: «No pasan 30, pasan 60 personas. Te las pasan a las 60 personas juntas. Sin tener nada preparado. Le dicen a los comensales que ellos pueden pedir lo que ellos quieran…».

En este momento, el relato de Chema toma un meandro muy interesante, puesto que revela lo que abona Pesadilla en la cocina por cubierto a los locales que acude a rescatar: «Te pagan por el cubierto me parece que eran cinco euros. Cuando la gente empieza a pedir platos de jamón, chuletones… Digo, '¿esto qué es?'». Pues es una ruina, y así lo denuncia.

Son comensales con alma de figurantes, pues los elige la propia productora: «Se ponen en la puerta y no puede pasar nadie. Deciden quiénes pasan, cómo pasan y cuándo pasan».

Camareras que no han de limpiar

El famoso asunto de la limpieza de los locales también sale a colación en el vídeo del empresario de Puertollano: «A las camareras les dicen que por favor que no limpien, que no limpien freidoras, que no barran, que no frieguen, que dejen cosas… Incluso prometiéndoles que iban a salir en otros realities donde iban a ganar dinero».

En el programa que se emitió el pasado jueves, hay un momento en el que Chema pierde los papeles y rompe un plato de un puñetazo. De ese estallido culpa al chef: «Está media hora el Chicote pinchándote». Ese escena tuvo como escenario Leña y Carbón.

Pero el local en el que finalmente el madrileño se volcó fue en otro, El Calamar. En el programa se deducía que estaba abierto pese a que daba pérdidas. En realidad, no era así: «Antes de que llegase Alberto, El Calamar llevaba tres meses cerrado. Porque un día pillé a gente en malas circunstancias, robando… Me cabreé, y cogí ese mismo día y lo cerré. Sin limpiar y sin nada. Y lo puse en traspaso». Se reabrió para los servicios que se pudieron ver en el programa, donde el local finalmente se reforma y la carta se renueva, todo a ello a cuenta del equipo de Chicote. «Ayudar no ayuda . ¿Qué han hecho en El Calamar? Pintaron un poco por encima. Cambiaron los tableros de las mesas, que no te cambian ni las mesas. Y poco más», desmitifica.

Elogio de su jefa de cocina

En su denuncia, Chema salva de la quema a parte de los que acompañan al famoso chef de camisas coloridas. «Tiene un equipo magnífico. Chicote no elabora ni prepara los platos. Tiene una jefa de cocina, Estefanía, una tía profesional, con mucho agrado, con mucha simpatía. Esa es la que tenía que estar al frente… Dos o tres personas de los cámaras, geniales».

Su juicio sobre Chicote es, lógicamente, mucho más duro «Alberto como persona, cero» «Él es un showman. Él lo único que busca es audiencia. Es un programa de ficción», lamenta.